El atentado terrorista en Barcelona del 17 de agosto del 2.017, demostró que la sociedad Catalana es responsable y madura y sabe distinguir perfectamente entre un musulmán y un terrorista. Barcelona dio una lección admirable de civismo al mundo entero. El fantasma de la islamofobia a penas apareció y solo se produjeron algunos incidentes aislados, a pesar de lo monstruoso del atentado.
En Barcelona los vecinos impidieron una concentración islamofoba de extrema derecha y en Madrid, usuarios del metro, se enfrentaron y expulsaron a un neonazi islamofobo por insultar a una mujer magrebí, expulsándolo del vagón.
Una parte de la extrema izquierda en España y del nacionalismo independentista radical Catalán quisieron hacer responsable del atentado al estado español y al Rey Felipe VI, por la venta de armas a Arabia Saudí, algo que carecía de sentido, ya que no es lógico que Arabia Saudí articule un atentado terrorista en Barcelona, contra un aliado suyo, y a demás la venta de armas las realizan empresas privadas que en el caso de las empresas catalanas suponen el 25% de las ventas a nivel estatal. Aunque el bulo carecía de sentido, fue difundido de manera maliciosa por aquellos que buscaban una rentabilidad política.
La manifestación contra el terrorismo no fue encabezada por Felipe VI, por la oposición del nacionalismo catalán y el independentismo, que intento patrimonializar políticamente el atentado.
El Ayuntamiento de Barcelona ha sido pionero en desarrollar compañas a favor de la tolerancia religiosa, (la nit de les religins), y contra la islamofobia. Su alcaldesa Ada Colau intento que se desarrollara un reglamento que castigara con multas la islamofobia, lo que encontró resistencias en el seno de la coalición que ella lidera. También el Ayuntamiento de financio con 100.000 euros el Observatorio contra la Islamofobia. La CUP pidió que se derogara el Protocolo de Detección de Radicalización Islámica en las escuelas del Departamento de Educación, por estigmatizar a los niños musulmanes y señalarles como sospechosos.
La lucha contra la islamofobia en Cataluña ha sido muy necesaria, porque el indentitarismo excluyente es muy fuerte. El partido españolista de extrema derecha Plataforma per Catalunya llego a tener 62 concejales antes de reventar por sus tensiones internas. En Madrid, como en el resto de España ningún partido de extrema derecha jamás ha conseguido sacar un número tal alto de concejales en los últimos 30 años, pero el identitarismo en Cataluña, no es solo españolista, hay también un supremacismo identitario anti-español.
Cataluña por su mayor número de musulmanes proporcionalmente en comparación con el resto del estado, es el lugar en el que se han producido más casos de islamofobia. La costumbre de culpar a España de todos los males de Cataluña, y de los musulmanes es una forma de no asumir responsabilidades y una muestra de racismo supremacista por parte de algunos sectores nacionalistas e independentistas catalanes.
Los musulmanes, necesitan que su situación en España se normalice y que los acuerdos firmados con el Estado Español se cumplan, pero esto nos posible si como hace el supremacismo anti-español y la extrema derecha españolista se enfrenta a los musulmanes, “contra España”, porque para los supremacistas catalanes, España es atrasada e islamofoba y para la extrema derecha españolista el islam no forma parte de su España caduca y falsaria. La extrema derecha españolista acusa a los nacionalistas catalanes de favorecer el islamismo y los independentistas de extrema izquierda acusan con razón a la extrema derecha españolista de ser islamofoba.
El islamofobo de extrema derecha Nigel Farage que diseño la estrategia para ganar el Brexit, y la consiguiente salida de Reino Unido de la Unión Europea, es un hooligan declarado de la independencia de Cataluña, porque la independencia de Cataluña, supone en teoría su salida de la Unión Europea. Mari Le Pen o Wilders también quiere la sacar a Francia de la Unión Europea. En este detalle la CUP y el independentismo radical reman en la misma dirección que la extrema derecha islamofoba.
La extrema derecha españolista islamofoba, con sus banderas, sus símbolos y su nostalgia del pasado, se ha visto reforzada por el independentismo radical de extrema izquierda catalán. Un extremo alimenta al otro y los dos extremos se necesitan y son igual de indeseables.
Un auge del nacionalismo en España y en Cataluña, difícilmente puede ser positivo para los musulmanes, ya que el nacionalismo no ha identificado nunca al islam como parte de España o de Cataluña. El nacionalismo conservador en Cataluña siempre ha sido mayoritariamente etnicista y ha identificado a Cataluña como una comunidad abstracta con una serie de rasgos e historia en común de las que no forma parte el islam.
La CUP, que es una formación de izquierdas, laica, feminista y ecologista, que a pesar de su tolerancia religiosa, ve a esta dentro de la esfera individual y fuera del estado, siguiendo el modelo francés y no la aconfesionalidad española que reconoce a las religiones dentro de la esfera social.