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Circulo Universal embajadores Paz Embajador Coronel Ra. Héctor José Corredor Cuervo

“La tierra es mi patria, y la humanidad entera es mi familia”. Khalil Gibran

Con esa fe bendita que Dios me ha entregado
empuño esta pluma como un añoso soldado
para contarle al mundo mis sueños y desvelos
por una patria armónica, en paz y sin fronteras,
donde no hayan angustias por presencia de fieras
y donde puedan crecer sin temor los anhelos.
Hoy cuando veo que el sol se esconde en el ocaso
despierto mis ideas  sin temor al  fracaso
y las hecho a volar cual perfume de las flores
por los aires cristalinos con fe  y con lealtad
para cambiar  la mente de nuestra humanidad
que sufre en los abismos angustias y dolores.
Mi  sueño es cimentar una patria fabulosa
sin distinción de razas , sin ideas odiosas,
sin la espina clavada por un mal regidor
que manipula mentes por medio de falacia
oculto tras  las mamparas de una  democracia
que permite la compra del cándido elector.
Yo añoro  un mundo libre, sin yugos ni cadenas
donde no hayan cultivos de pasiones  y  penas
sembrados por tiranos  que plenos de ambición
dicen cambiar la suerte  de  incautos e  inocentes
que viven trabajando con muchos  indolentes
como hormigas cargueras poniendo el corazón. 
Yo quiero un mundo vital  sin las aves rapaces,
sin personas armadas con palabras mendaces
que engañan  los pueblos con promesas amañadas
para hacer los repartos de  suntuosa riqueza
de la gente que muere en medio de la pobreza,
sufriendo consecuencias  de guerras programadas.
Un mundo  sin controles  de nubes de maleantes
que saturan  espacios de áreas  importantes
intoxicando  mentes con  las viejas doctrinas
y  comprando conciencias con dineros calientes
con venia de corruptos y ávidos dirigentes
que esconden intenciones  detrás de bambalinas.
Una patria grandiosa,  sin otras similares,
que abarque toda la tierra y los profundos mares
donde caiga por siempre llovizna de esperanza
que haga reverdecer la flora de la alegría
en los surcos de unión,  sin temor a la agonía,
para que broten sanas semillas de confianza.
Un mundo con nidales de franqueza y de amores
donde puedan percibir  los polluelos calores
y crecer al abrigo de una plena hermandad
bajo rayos de afecto , con sentido de unión,
donde no hayan  envidias ni lluvias de pasión
que impidan convivir concordia con libertad.
Mas sé que moriré sin ver el mundo integrado
en una patria fuerte, con calma en el  collado,
pero sé que al dejar  en el desierto las huellas
vendrán los peregrinos  buscando el porvenir
y encontrarán una guía que les puede servir
para alcanzar la paz con lumbre de las estrellas.
  A la patria no le pido nada; tan solo quiero seguir sirviéndole  con honor y honestidad hasta la muerte
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