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Lectura fin de semana, DUELO IMPRECATIVO, de : « Apuntes » de Said Jedidi

Era, es y va a ser...

 

Muchos afirmaban que estaba escrito. Sin embargo, con una viva y legítima emoción, él lo negaba hasta la asfixia, soñando abolir un día la lentitud de esta sociedad y explicando que lo suyo era la misma historia, pero contada en/con mil versiones y acentos. “Nadie tiene como función esencial sonreír…”. Quería que se supiera que “todos hemos sido objeto de una estafa colectiva al creer, como nos decían, que somos ciudadanos a parte entera”[1].

Detestaba a los que comen ajos con bocas ajenas, a los que escriben la historia de conformidad con sus intereses estratégicos o geopolíticos y no cesaba de dar gracias a Dios de no haber sido nunca un alto cargo “obligado” a adoptar políticas de enderezamientos económicos con despidos colectivos o reducción de personal o simplemente rescindir contratos. Con su legendaria generosidad moral y su fuerza tranquila, trataba siempre de distinguir entre un estado de hecho y otro de derecho, condenando todas las teologías primarias y el análisis simplista y mal documentado.

Creía hasta que descubrió que era una cándida ilusión que, contrariamente a lo que creía ser o encarnar: estilo límpido, sin énfasis ni opacidad, tenia, como todo el mundo nostalgias fáciles. Lo descubrió una tarde del húmedo otoño en Rabat cuando, sin darse cuenta llamó a su hermano Yussef.

  • Hola, ¿Quién eres?

  • Soy yo Said.

  • ¡Hombre, como estás Said?

  • Bien ¿y tú? La verdad es que estoy absolutamente convulsionado. ¿Eres de verdad Yussef?

  • ¡Qué te pasa, Said!

Le pasaban mil cosas, entre ellas que su hermano Yussef había fallecido hacía más de diez años.

Se quedó colgado al teléfono del que procedía un extraño ruido.

– Esto parece el eco de las tumbas… Era como un incendio frío.

Detestaba las dudas…todas las dudas y como Ernest Hemingway estaba de acuerdo en que “para aprender a hablar se necesitan dos años y sesenta para aprender a callar”.

Alguien en una noche de luna llena de un verano tetuaní jura y vuelve a jurar que lo escuchó salmodiar con una sonrisa medio triste, medio irónica: “País ingrato, en el que toda ética moral es su rogatoria, ingrata su gente. Incrédulos los amigos, torpes y rencorosos los enemigos”.

 Estaba acostumbrado. Se suicidaba prácticamente una vez por semana. Conocía de memoria los pasillos de aquél hospital de Saniat R’mel, en frente de la “fábrica de dau” (fábrica de electricidad) y su enorme chimenea llamada en otros tiempos “sexo del mundo”, un hospital del que se salía peor que cuando se entraba y que da la impresión de que se trata de una conspiración de los sanos contra los enfermos. Cuando se le pregunta su opinión sobre los partidos políticos nacionales y su papel en el desarrollo del Norte de Marruecos suele responder parafraseando a Teodoro Fontani, “cuantos gallos creen que el sol sale gracias a sus cacareos”.

 ¿Sebta y Melilia? “Si son españolas el gobierno español debe reclamar “legítimamente” una de las vicepresidencias de la Unión Africana porque los hay que son miembros de esta organización sin tener ningún territorio mientras que España no solo ‘tiene’ un territorio, sino dos. Pero… como siempre ha sido el caso “entre el hecho y el dicho, hay mucho Estrecho de Gibraltar…” en una y otra rivera se ha preferido siempre converger la mirada hacia otro lado.

Ilusiones… de una y otra parte.

¡Verdad cándida! Realidad a medias: entre los que aún no son lo que quieren ser y los que dejaron/dejarán de ser lo que eran, el reto se llama: “Célula de reflexión”. Una audaz propuesta” que fue crucificada ¿Qué queda?

Sin intención de vehicular sensaciones furtivas, al pedirle su valoración en torno a la “Primavera Árabe” marcaba siempre una elegante pausa antes de responder con un enigmático: “El conde de Rochild tenía razón: ‘si veis derramarse sangre, invertid en el dominio inmobiliario’”. Más que confidencia se trataba de una confusión, él que se sentía incapaz de considerar a los que lucharon en tanques de la OTAN como revolucionarios ni a los que suplican las intervenciones extranjeras y a sus ideas casi líricas otra cosa que lo que son realmente: vende-patrias. Rechazaba los saltos en lo irreal y se negaba amable pero rotundamente a evaluar el camino desde la independencia del país en 1956, limitándose a revelar con un irónico y cómplice: “el diablo se oculta en las cifras”. Pero, eso sí, nunca disimulaba su perplejidad cuando no, su irritación, cuando veía en la televisión estatal y en las demás televisiones del país que el norte nunca figura en las conmemoraciones del aniversario de la independencia.  Con una expresión desplazada e intemporal comentaba: “Como si no hubiésemos hecho nada”. “Por eso nuestras calles se llaman con personajes que marcaron la lucha contra la presencia colonial francesa. Como si aquí nunca ha habido ‘héroes’”. Sin embargo, se reía hasta la asfixia cuando pensaba que la parte de Marruecos bajo el protectorado francés “fue la única en el mundo y en la historia de la civilización que lo era por un colonizador colonizado. Ellos estaban en Rabat y en Casablanca y los alemanes en París y en Lyon”. “Un peligroso precedente”, recalcaba, precisando “los hay que no les interesa forjar una identidad prefiriendo hacer del menor indicio una cabal y elocuente prueba”.

Un sub-colonialismo… que no invita a orgullo alguno. Una potencia colonial que tuvo que esperar a Estados Unidos para liberarla. El resto es pura palabrería gratuita…

 Blas Campaore tenía razón, aunque ningún ángel tocó la trompeta para recordarlo: “A comienzos del siglo pasado irrumpieron los europeos en nuestro continente africano. Entonces ellos tenían la cruz y nosotros la tierra. Un siglo después, ellos tienen la tierra y nosotros…la cruz”.

Una mentira mil veces repetida, como afirmaba Joseph Goebbels, se convierte en una verdad o por lo menos en una realidad…impuesta. Más de medio siglo después seguía sin entender por qué a nadie le interesa la dimensión pedagógica de los sermones ideológicos o éticos. “Paul Valery acertó cuando dijo: ‘Un hecho mal observado es más pérfido que un mal razonamiento”. Era una manera muy suya de resignarse. De la manera más infame creía que la base de todo lo que le inculcaron era muy dudosa, aberrante el argumento y en esta lógica de sospecha rechazaba con las pocas fuerzas que le quedaban lo que otros creían ser un himno a la pasión, negando a aceptar como los demás, lo que calificaba de complicidad complaciente. Era una referencia… su referencia, casi una reverencia…una gimnasia moral.

Ryszard Kapus’cin’ski tenía razón: “Cuando se descubrió que la información era un negocio, la verdad dejó de ser importante”[2].

[1] En semejantes términos se expresaba en una crónica en “El Masaa” del 11-7-2012 Fadwa

[2] Visto “Mediación Comunicativa, informativa y cultural” de Chakib Chairi

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