Cronica desde TindufFeatured

54 jóvenes saharauis bloqueados en Madrid Barajas al lograr huir de los campamentos de Tindouf ¿Por qué huyen los jóvenes del Polisario? Khalil R’Guibi

 

 Aclaro, de antemano que importa muy poco cómo me llamo, ni de donde soy ni como he llegado hasta aquí, sino lo que voy a revelar, porque a excepción de una sola hermana, internada hace 11 meses en un hospital de Nuakchot, antes de decidir regresar a su país: Marruecos, toda mi familia (15 miembros entre próximos y lejanos parientes) sigue, como la inmensa mayoría de su población, rehén del Polisario en los campamentos de Tinduf pero esto no lo sabrán a través de España y sus laberintos de “derechos humanos” y de “solidaridad’ internacional… preferente y casi exclusivamente con una ínfima parte de los saharauis.

Hasta esta  mañana seguían  bloqueados en el aeropuerto Madrid-Barajas, los 54 jóvenes, 52 de los campamentos de Tindouf y los dos restantes de Cuba de donde vinieron médicos, pero al mismo tiempo, conscientes de la naturaleza terrorista de la banda del Polisario que les quiere explotar.
¿54? No. Son centenares en menos de una semana que abandonaron Tindouf de forma, muy a menudo, rambolesca. Centenares que huyen de los campamentos, del Polisario, de sus mentiras, de sus acciones delictivas, de su servidumbre ciega y humillante hacia los argelinos y sus robos y malversaciones de toda ayuda humanitaria que llega a los campamentos que reparten con sus amos argelinos.
De nada han servido-sirven los falsos argumentos de los vende patrias del interior a los que Argelia pagaba para apaciguar unos ánimos imposible de apaciguar.
En los campamentos de Tindouf es la subversión tranquila y serena. La gente quiere irse y aunque la prensa española, pagada al precio de oro con los fondos del contribuyente argelino no habla del tema, 54 de los centenares de huidos están bloqueados en el aeropuerto Madrid-Barajas, a donde llegaron procedentes de Argel, pidiendo un asilo que las autoridades españolas tardan en “acordar”.
Las mercenarias asociaciones de “apoyo” o de “solidaridad” con el “pueblo saharaui” ocultan su rostro en el suelo no queriendo saber nada de esta fuga masiva.
El refrán dice: “ningún gato se escapa de la casa donde hay una boda”.
 
 
 
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