Visitando un hospital londinense durante la guerra preguntó Merle Oberón, la bella actriz de cine británico, a un soldado herido si había matado a algún alemán, a lo que respondió el chico que sí y que lo había hecho con su mano derecha, la que besó cariñosamente la actriz. Cuando se volvió al herido que ocupaba la cama vecina, este se apresuró a decirle: “Yo también maté a un alemán… ¡a mordiscos!”.