Durante una entrevista acordada a Joaquín Estefanía, entonces director de a El País en el palacio real de Marrakech y en la que servidor se encargaba de la traducción simultánea, el difunto rey Hassan II citó en una respuesta el término “Trika” que yo traduje por herencia.
– No, me cortó, herencia es “irz”
– Legado, corregí inmediatamente
– Esto, me dijo el llorado soberano
Descubrí entonces que el difunto rey, aunque no solía hablar el español, por lo menos, en público, si sabía mucho español porque el matiz entre la herencia y el legado no está al alcance de todos los que hispanohablantes extranjeros o los que chaparrean el español.
Él hacia la diferencia incluso entre concepciones intrínsecamente similares.
Así era el difunto monarca: nunca cesaba de sorprender por sus amplios conocimientos en todos los dominios, incluido el de la lengua española a la que acordaba una importancia capital y así lo explicó al ex director de El País: “siempre he preferido tener próximos colaboradores hispanófonos”.
De hecho, en una clara voluntad política de instaurar un relativo equilibrio cultural y lingüístico en el que, a excepcion del difunto embajador embajador Alfonso de la serna, España no le había seguido, el diario marroquí en castellano “La Mañana” y el Telediario de la SNRT que sigue hasta ahora, eran sus obras. Tenia un especial cariño hacia España, los españoles y el español… tanto que prorrogaba los acuerdos pesqueros (entonces bilaterales) sin aplicar el laberinto burocrático. Para él con España y los españoles “prorrogar primero y negociar después” como lo había revelado al entonces director de ABC Luis Maria Anson en su residencia de Ifran. Tanto éste como su colega de El Pais así como todos los españoles que le entrevistaron no cavilaban en afirmar que “este hombre no quiere un montón”.