Aclaro, de antemano que importa muy poco cómo me llamo, ni dedonde soy ni como he llegado hasta aquí, sino lo que voy a revelar, porque a excepción de una sola hermana, internada hace 11 meses en un hospital de Nuakchot, antes de decidir regresar a su país: Marruecos, toda mi familia (15 miembros entre próximos y lejanos parientes) sigue, como la inmensa mayoría de su población, rehén del Polisario en los campamentos de Tinduf pero esto no lo sabrán a través de España y sus laberintos de “derechos humanos” y de “solidaridad’ internacional… preferente y casi exclusivamente con una ínfima parte de los saharauis.
Con el revés por la sentencia de rechazo de la justicia británica del desesperado recurso de los apoderados del Polisario contra el acuerdo comercial entre el Reino Unido y Marruecos, se abre una nueva brecha entre mentor y doméstico.
“Del Polisario no hemos visto mas que desgracias”. Comentarios en este sentido abundan, ilustrando hasta qué punto están hartos los argelinos de la inútil y altamente contra productiva carga de la milicia del Polisario al país y al paisanaje.
“48 anos son suficientes sin absolutamente ningún resultado”. Las lenguas se dilatan. En los campamentos se ha captado el mensaje, no encontrando mejor medio de calmar tan significativo hartazgo que la intensificación en las redes sociales sus payasadas y sus tonterías.
Nuevo episodio entre lentor y doméstico que nadie puede determinar su alcance futuro y su consecuencia sobre una relación anormal que ha llevado al mentor al borde del colapso y de un ataque cardiaco.
“Los argelinos se empobrecen y la cúpula del Polisario se enriquece. ¿Hasta cuándo?”.
La falsa ilusión hegemonista de la junta militar argelina augura un desastre, amenos que prevalezca el sentido común.
Que se sepa, de una vez por todas, que con el Polisario en la espalda no se puede caminar.
