Cacique del Polisario regala a su hija un Rolls Royce (517.500 dolares): Los militares jubilados argelinos no creen sus ojos. Quién ha dicho ayuda humanitaria internacional?
(Sama LIna/Twitter/archivo)
Aclaro, de antemano que importa muy poco cómo me llamo, ni de donde soy ni como he llegado hasta aquí, sino lo que voy a revelar, porque a excepción de una sola hermana, toda mi familia (15 miembros entre próximos y lejanos parientes) sigue, como la inmensa mayoría de su población, rehén del Polisario en los campamentos de argelinos de Tinduf y víctima de laberintos de “derechos humanos” y de “solidaridad’ internacional… La situación de la población de estos campamentos es real y potencialmente inquietante. Atada a la vida, la gente se pregunta con qué derecho fue sometida a tantas humillaciones y a tantos atentados contra su dignidad saharaui. Cunde la desconfianza y la parquedad. Desaparecen trágicamente la solidaridad, la fraternidad y el amor al prójimo. La gente no busca más que sobrevivir para el día siguiente con la eterna pregunta de que si alguna ayuda humanitaria internacional u otra limosna haya llegado al campamento y, sobre todo, si les va a llegar.
En las esferas del poder en Argel no son pocos los responsables que se preguntan y vuelven, a preguntarse para qué les ha servido y pueda ser irles el Polisario.
En Rabouni, tampoco son pocos los caciques de la milicia que sienten y se asustan por los evidentes indicios de que la junta militar argelina está, cada vez más hastiada del Polisario y de sus enormes e infructuoso gastos y que trata desesperadamente de ocultarlo.
¿Hasta cuándo? Una pregunta obsesión que amarga la vida a los que chupan desde hace décadas arrastrando una causa, ahora, a todas luces, perdida.
Los más realistas en la cúpula polisarista saben pertinentemente que el odio que ha sembrado la actual junta militar argelina contra su vecino marroquí no puede/no debe durar. Y aquí estriba el destino de la milicia y de su impostura.
Argelinos que no ignoran que el Polisario es la vergüenza de su país y de África. Y que, tarde o temprano África deberá reajustar su situación si desea desarrollarse y avanzar.
Ningún conjunto regional en el mundo o en la historia acepta milicias sin tierra y garrapatas de regímenes totalitarios que suenan con una salida al Atlántico de su petróleo y gas.