Bachir Edkhil, poeta, actor asociativo, escritor y humanista
Foto: La Voz del Arabe
Aclaro, de antemano que importa muy poco cómo me llamo, ni de donde soy ni como he llegado hasta aquí, sino lo que voy a revelar, porque a excepción de una sola hermana, toda mi familia (15 miembros entre próximos y lejanos parientes) sigue, como la inmensa mayoría de su población, rehén del Polisario en los campamentos de Tinduf, pero esto no lo sabrán a través de España y sus laberintos de “derechos humanos” y de “solidaridad’ internacional… La situación de la población de estos campamentos es real y potencialmente inquietante. Atada a la vida, la gente se pregunta con qué derecho fue sometida a tantas humillaciones y a tantos atentados contra su dignidad saharaui. Cunde la desconfianza y la parquedad. Desaparecen trágicamente la solidaridad, la fraternidad y el amor al prójimo. La gente no busca más que sobrevivir para el día siguiente con la eterna pregunta de que si alguna ayuda humanitaria internacional u otra limosna haya llegado al campamento y, sobre todo, si les va a llegar.
Bachir Djil, actor asociativo, escritor y humanista, buen conocedor de lo que habla por haber sido uno de los padres fundadores del Polisario y uno de los primeros en descubrir su vocación mafiosa y actuar en consecuencia dijo recientemente:
«Argelia ha impuesto la conducta que sigue el Polisario. […] El problema no se solucionará si no negocia Argelia y Marruecos, porque es Argelia la parte importante en este conflicto y no el Polisario.»
Simple y simplificado. Real y realista. Al pan, pan y a la solución lo que debe ser. La voz y el consejo de los buenos conocedores.
Lo esencial, pues, y lo decorativo, accesorio. La banda y su mentor. Saber con quién negociar y como instaurar la paz y la concordia. No equivocarse de interlocutor.
45 años insistiendo en un espejismo. La solución está en el otro lado… directamente… con el mentor y no el doméstico.
El criterio de Bachir Djil vuelve a recordar, porque el recuerdo suele ser campanadas del mundo del olvido, a todos y a cada uno que el “problema” es otro, que no se debe perder tiempo explorando las posibilidades de la distensión donde y con quien no “pinta” nada en la búsqueda de solución.
En síntesis, Djil ha enmarcado el prefabricado problema en su verdadero contexto