El Polisario:. Por no haber existido nunca, jamás existirá
Aclaro, de antemano que importa muy poco cómo me llamo, ni de donde soy ni como he llegado hasta aquí, sino lo que voy a revelar, porque a excepción de una sola hermana, toda mi familia (15 miembros entre próximos y lejanos parientes) sigue, como la inmensa mayoría de su población, rehén del Polisario en los campamentos de argelinos de Tinduf y víctima de laberintos de “derechos humanos” y de “solidaridad’ internacional… La situación de la población de estos campamentos es real y potencialmente inquietante. Atada a la vida, la gente se pregunta con qué derecho fue sometida a tantas humillaciones y a tantos atentados contra su dignidad saharaui. Cunde la desconfianza y la parquedad. Desaparecen trágicamente la solidaridad, la fraternidad y el amor al prójimo. La gente no busca más que sobrevivir para el día siguiente con la eterna pregunta de que si alguna ayuda humanitaria internacional u otra limosna haya llegado al campamento y, sobre todo, si les va a llegar.
La gente en este gulag argelino de Tinduf convierte exquisito humor saharaui, la “causa” en “cosa”.
Me explico: se preguntan, disimulando la sonrisa, cuando no la explosión de risa, ¿Cuándo cómo y dónde venceremos a Marruecos y le arrebatarle el Sahara?
Casi nadie ignora que a excepción del viejo general Changriha ya nadie ni en estos campamentos ni en Argelia cree aun en el proyecto separatista argelino en el Sahara marroquí.
“Necesitamos algo más… mucho más que Argelia. Necesitamos a una alianza atlántica más Rusia y China”.
El viejo Salem NC lleva 48 años “escuchando las mismas chorradas”. Todas son iguales y se repiten cíclica y mecánicamente. Recuerda el anciano el último “congreso” y sus promesas “¿Dónde están?”. Sabiendo como él sabe, dice con un tono medio irónico, medio trágico que “la gente ni pregunta por aquellas promesas. Está acostumbrada a las promesas incumplidas, a las fanfarronadas y a las amenazas sin días siguientes”.
En estos campamentos, todo se está convirtiendo en surrealista: ver, saber y callarse. Se les prohíbe hasta respirar donde sea “por temor que el aire sea marroquí”.