Cronica desde TindufCrónicasFeatured

  Argelia y su Polisario: Sin brújula

Los coletazos del mentor

Aclaro, de antemano que importa muy poco cómo me llamo, ni de donde soy ni como he llegado hasta aquí, sino lo que voy a revelar, porque a excepción de una sola hermana, toda mi familia (15 miembros entre próximos y lejanos parientes) sigue, como la inmensa mayoría de su población, rehén del Polisario en los campamentos de argelinos de Tinduf y víctima de laberintos de “derechos humanos” y de “solidaridad’ internacional… La situación de la población de estos campamentos es real y potencialmente inquietante. Atada a la vida, la gente se pregunta con qué derecho fue sometida a tantas humillaciones y a tantos atentados contra su dignidad saharaui. Cunde la desconfianza y la parquedad. Desaparecen trágicamente la solidaridad, la fraternidad y el amor al prójimo. La gente no busca más que sobrevivir para el día siguiente con la eterna pregunta de que si alguna ayuda humanitaria internacional u otra limosna pueda llegar.

 

Informaciones concordantes indican que los coletazos de la junta militar argelina en España podrían ser los últimos. Todo apunta hacia la extraña posibilidad de que el régimen militar o gran parte de él, se ha dado cuenta, por fin, de que con el Polisario y la “ofensiva” contra Pedro Sánchez en España es una auténtica infructuosa y desproporcionalmente costoso empresa.

Miopía por miopía, la delegación del Polisario en Madrid da falsos informes a la embajada argelina en la capital de España sobre la situación, exactamente como las disparatadas previsiones de que la Reunión de Alto Nivel hispano marroquí iba a fracasar.

En Argel, se piensa que puede ser esta la “ultima” con la milicia del Polisario que, para casi todos los responsables argelinos es inútil y contra productivo.

A los que aconsejan a Changriha y sus centinelas civiles, se les responde que el problema “es Marruecos”. Marruecos que, sin quererlo, está costando a la junta militar.

“va costando, cada vez más sin ninguna contrapartida”, confesaba, casi murmurando un diplomático argelino en una capital europea.

La relación entre el mentor argelino y el doméstico polisarista conoce una veloz deterioración que nadie puede calcular hasta donde puede o debe llegar.

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