Hoy, esta noche, por imperativos puramente informativos nos ocupamos de un tema que no es nacional. Las miradas convergen, efectivamente hacia Estados Unidos donde se va a conocer esta noche (hora local) o esta madrugada (hora de Marruecos) el nombre del próximo o la próxima presidente/ta de Estados Unidos.
Una u otro no va ni puede, evidentemente cambiar absolutamente nada en lo que más nos interesa: la política exterior. Ahora bien, a lo largo de sus respectivas campañas electorales y más concretamente en sus múltiples debates, los dos candidatos, la demócrata y el republicano han hecho gala de una espeluznante mediocridad y a partir de ella la inquietud del mundo de quién va a gobernar el mundo.
Si los partidos demócrata y republicano y a través de ellos el pueblo americano no ha encontrado mejor que la señora Clinton y el Sr. Trump es porque el país del Tio Sam atraviesa una gravísima sequia de liderazgo y quizás incluso de dirigentes.
Afortunadamente los imperativos de la política exterior americana, sus prioridades, sus pilares y sus constantes nunca dependen ni del presidente ni de su administración. Las multinacionales, a su frente la de la venta de armas, deciden y van a seguir disidiendo. Una cosa es lo que prometen los candidatos y otra diametralmente distinta lo que sucede después, pero el juego es el juego y su regla es lo que es.
Aquí en Marruecos, casi el 80% de los marroquíes prefieren a Hilary porque es amiga del reino y porque, en sus múltiples deslices, en la expresión de su opinión sobre el tema de la emigración, Trumpo había confundido una vez Marruecos con México.
Pero los retos, obviamente están al otro lado y los observadores imparciales aben que tanto monta, monta tanto, Hilary como Donald.