Recta final para el 2017. 2016 ya no es más que un simple y remoto recuerdo. Año nuevo, nueva esperanza que traduce nuestros votos y nuestros deseos.

El 2016 se fue… como se fueron otros miles de años y, según l ciencia, millones. Como decimos los marroquíes: “Que Dios nos Envejece en su obediencia”.

Pues esta noche o lo que queda de ella y de todo el año, no vamos a hablar de política. Es incorrecto. Olvidemos por un instante al gobierno y sus acrobacias políticas, a Chabat y su destino a la política y sus ingratas y gratas sorpresas. Hablemos del amor… de la flor… del calor… de todo y de nada. Hablemos de la solidaridad, de la convivencia, de la coexistencia pacífica, de la inter-ayuda, de lo que es único capaz de garantizar nuestra supervivencia y formulemos nuestros votos para que en el 2017 cesemos de existir y comencemos a vivir… que no es igual existir que vivir. Unos existen mientras que otros viven es exactamente como aquello de que unos nacen con estrella, otros estrellados.

Deseemos más amor, más justicia, más equidad, más igualdad… más humanismo.

El Profeta Mohamed dijo: “Los creyentes deben compartir tres cosas: el agua, el pasto y el aire”. O sea: todo…

Sequemos las lagrimas y el sudor de un 2016 ensangrentado por el horror y la barbarie, por el odio y la intolerancia por el rencor y la hipocresía. Sonriamos sin olvidar Siria y su tragedia, Irak y su drama el mundo y su locura y pidamos al Altísimo paz y concordia para todos y FELIE AÑO NUEVO 2017…