Comentando el excelente artículo de nuestro compañero Abderrahim Berdiji “La diplomacia marroquí y la prensa española” un lector Said Bahlat nos escribía: “Y aquí en el país Vasco ni te cuento. Apoyo total de la sociedad vasca y del gobierno Vasconcelos. Nuestro consulado ausente, se preocupan sólo de dar pasaportes, acta de nacimiento, autorizaciones chorradas….”.
Y no hablemos de otros lugares. No. Algo falla. La maquina diplomática está averiada y no va a ser con una pandereta, como suele recordar Berdiji, como vamos a defender debidamente nuestra principal causa nacional.
Si. Algo falla y nadie quiere hacer autocriticas ni converger sus miradas hacia las soluciones que existen pero son, hasta ahora, inexplicablemente inexploradas.
Lean y juzguen Ustedes mismos: en la misma semana, Kenia se niega a recibir a una delegación de información marroquí. Zambia que acababa de retirar su reconocimiento a la fantasmagórica RASD vuelve con una inquietante terminología, Panamá, Bolivia y ahora hasta el Egipto de Sissi trata de introducir a la impostura en la Liga árabe (parlamento árabe).
Demasiados tropiezo… demasiadas bofetadas. Demasiados fracasos. Algo se debía hacer, comencemos por denunciarlo que es lo único que podemos los marginados pero que quieren un montón a este país.
No cabe duda: algo falla y no lo dicen. Afortunadamente el petróleo de este pueblo es su pueblo que, unos tratan de defenderlo con los medios de a bordo, otros lo padecen, todos no comprenden por qué deben sufrir tan cruel destino.
En España, como decía el amigo Said Bahlat la situación ha pasado de inquietante a dramática. Sin estrategias preventivas ni atinadas valoraciones en una coyuntura patas arriba en que pueden surgir fuerzas equivalentes, para Marruecos, de células durmientes ni políticas de profilaxis diplomáticas, creo y muchos estarían de acuerdo conmigo que los marroquíes debemos apretar el cinturón y esperar lo desagradable.