En el Sahara marroquí, los niños saharauis van a la escuela. En el gulag argelino de Tinduf, van a los cuarteles.
Aclaro, de antemano que importa muy poco cómo me llamo, ni de donde soy ni como he llegado hasta aquí, sino lo que voy a revelar, porque a excepción de una sola hermana, toda mi familia (15 miembros entre próximos y lejanos parientes) sigue, como la inmensa mayoría de su población, rehén del Polisario en los campamentos de argelinos de Tinduf y víctima de laberintos de “derechos humanos” y de “solidaridad’ internacional… La situación de la población de estos campamentos es real y potencialmente inquietante. Atada a la vida, la gente se pregunta con qué derecho fue sometida a tantas humillaciones y a tantos atentados contra su dignidad saharaui. Cunde la desconfianza y la parquedad. Desaparecen trágicamente la solidaridad, la fraternidad y el amor al prójimo. La gente no busca más que sobrevivir para el día siguiente con la eterna pregunta de que si alguna ayuda humanitaria internacional u otra limosna haya llegado al campamento y, sobre todo, si les va a llegar.
Un desafío a la humanidad. La militarización de pequeñas y pequeños, privándolas/privándolos de los más elementales derechos a vivir su infancia.
Imposible más crueldad que la de los milicianos del Polisario y sus mentores argelinos.
Un crimen contra la conciencia internacional. La comunidad mundial debe reaccionar a tan perverso ejercicio del terror contra inocentes e indefensos civiles secuestrados en el gulag argelino de Tinduf.
Sus hermanos en el Sahara marroquí van a la escuela y viven una vida normal mientras que ellos en el Guantánamo de Tinduf van a los cuarteles donde son victimas de todos los atropellos y todos los abusos.
A la junta militar argelina ni le interesa los principios morales ni le interesan estos niños, cuya infancia es masacrada ante sus ojos y con su complicidad.
Un Crimen de lesa humanidad que no debe quedarse impune.
Campamentos argelinos de Tinduf: hormiguero de todas las violaciones del derecho internacional.