Permítaseme aclarar desde un principio que mi identidad carece de relevancia en el contexto actual. Quién soy, de dónde vengo o cuál es mi trayectoria son aspectos menores en comparación con la revelación que está por venir. A excepción de una única hermana, quien ha estado hospitalizada durante los últimos 11 meses en Nuakchot antes de decidir regresar a nuestra nación, Marruecos, el resto de mi amplia familia (compuesta por 15 miembros, entre parientes cercanos y aquellos más distantes) sigue cautiva del Polisario en los campamentos de Tinduf. Sin embargo, esta triste realidad permanece en la sombra para aquellos que confían en los intrincados senderos de los « derechos humanos » que se proclaman en España y en la constantemente invocada « solidaridad » internacional, una solidaridad que parece dirigirse de manera exclusiva y preferente hacia una ínfima fracción de los saharauis.
Los rehenes en este gulag argelino de Tinduf se preguntan cómo cuatro de los milicianos del Polisario murieron el viernes cuando se aventuraron a acercarse al muro defensivo marroquí.
La noticia de lo ocurrido el viernes precisa que se trata de uno de los amltos cargos de la milicia del Polisario, Ali Hamoudi, comandante de campo, miembro de la Secretaría Nacional y comandante de la Sexta Región Militar, y tres de sus acompañantes, que fueron bombardeados por un dron cuando intentaban acercarse a posiciones del ejército marroquí.
La gente se pregunta por el sentido de la contaminación en redes sociales de mentirosos comunicados de ataques a las fuerzas marroquíes si a kilómetros de sus posiciones está mortalmente prohibido acercarse.
Evidentemente, a esto el Polisario aun no ha encontrado la mentir adecuada. El Sahara marroquí está prohibida para los mercenarios.
Las intentonas acaban mal… muy mal y no hablemos del territorio propiamente dicho Sahara marroquí al que es imposible acceder.
Falta por preguntarse como la cumpla del Polisario envía a una muerte segura a estos ingenuos. ¿Lucha de mandos o ajuste de cuentas?