48 anos de inútiles conspiraciones. Qué queda por hacer?
Aclaro, de antemano que importa muy poco cómo me llamo, ni de donde soy ni como he llegado hasta aquí, sino lo que voy a revelar, porque a excepción de una sola hermana, internada hace 11 meses en un hospital de Nuakchot, antes de decidir regresar a su país: Marruecos, toda mi familia (15 miembros entre próximos y lejanos parientes) sigue, como la inmensa mayoría de su población, rehén del Polisario en los campamentos de Tinduf pero esto no lo sabrán a través de España y sus laberintos de “derechos humanos” y de “solidaridad’ internacional… preferente y casi exclusivamente con una ínfima parte de los saharauis.
A excepción del refugiado Al Ghali Al Mostafa Assayid y sus 40 ladrones, en la cúpula del Polisario nadie confía aun en las promesas de la junta militar argelina.
El momento es de la desconfianza y la parquedad y el silencio indicador amo y señor de la situación. Tanto que hasta las ordenes del “presidente” son acatadas en menos de 20%, surgiendo en estos tristes campamentos, por primera vez de su corta y agotada existencia, quien lo califica de “argelino”.
Son signos reveladores de un ineludible fin. Falta por determinar sus pautas, sus condiciones y su tiempo.
Los que tienen sus jugosas comisiones en la malversación de la ayuda humanitaria y en su protección a los diversos tráficos desde/a los campamentos, tratan a capa y espada defender sus privilegios.
Los que cobran menos quieren cobrar mas y los que cobran mas quieren acapararse del “botín” solos.
Una causa de ladrones y de ávidos al enriquecimiento ilícito y fácil que deja a miles de inocentes secuestrados en este gulag argelino de Tinduf desamparados y hambrientos.
Los menos involucrados en estos mil y un crimen de todo género temen lo peor. “Lo que viene es infinitamente peor”.
Los campamentos de Tinduf viven una tempestad que nadie la podrá calmar nunca, hasta que acabe con lo verde y lo seco.
