La verdadera batalla: Nuevo modelo de desarrollo lanzado por el rey Mohamed VI en las provincias del sur (Archivo)
No importa quién soy ni cómo me llamo, ni de donde soy ni como he llegado hasta aquí, sino lo que voy a revelar, porque a excepción de una sola hermana, internada hace 11 meses en un hospital de Nuakchot, antes de decidir regresar a su país: Marruecos, toda mi familia (15 miembros entre próximos y lejanos parientes) sigue, como la inmensa mayoría de su población, rehén del Polisario en los campamentos de Tinduf pero esto no lo sabrán a través de España y sus laberintos de “derechos humanos” y de “solidaridad’ internacional… La situación de la población de estos campamentos es real y potencialmente inquietante. Atada a la vida, la gente se pregunta con qué derecho fue sometida a tantas humillaciones y a tantos atentados contra su dignidad saharaui. Cunde la desconfianza y la parquedad. Desaparecen trágicamente la solidaridad, la fraternidad y el amor al prójimo. La gente no busca más que sobrevivir para el día siguiente con la eterna pregunta de que si alguna ayuda humanitaria internacional u otra limosna haya llegado al campamento y, sobre todo, si les va a poder llegar .
En el Magreb árabe todo está cambiando. Son tiempos, si no de unidad, por lo menos de distensión en los que no caben proyectos expansionistas, desestabilizadores o separatistas.
La inmensa mayoría de la población de estos tristes campamentos lo saben. Por o a falta de lo cual, las preguntas sobre el destino de la gente, el presente y el futuro de ellos mismos y el de sus hijos se hacen persistentes.
Ninguna respuesta a las preocupaciones de la gente. El mentor argelino afirma tener sus propias preguntas sin responder y a la cúpula gobernante de este gulag ya nadie la cree. De hecho, se le han agotado los argumentos y los pretextos.
La gente quiere hechos, que son, justamente los que brilla por su ausencia. La literatura y los clichés cubanos o cubanizados ya no convencen a nadie. La realidad la ilustran los países miembros de la UA que se desmarcan, cada vez de la fantasmagórica RASD, los países latinoamericanos que prefieren tomar distancias, la ONU, todo el mundo o casi.
La gente, no obstante, es consciente de que la puerta de la paz, la concordia y de la reconciliación sigue abierta par en par y se llama: propuesta de autonomía.