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Carta a Joe Biden, presidente de EE.UU, por Seddik Maaninou

En otros medios: Quid

Seddik Mâaninou, periodista y escritor

Señor Joe Biden, Presidente de los Estados Unidos de América,

Soy ciudadano marroquí, periodista jubilado, y no quiero ir màs adelante sin recordarle que mi país, el Reino de Marruecos es un viejo amigo de los Estados Unidos de América. Fue el primero en reconocer su independencia.

Estoy seguro, señor Presidente, de que lo que une a nuestros países es la compartición  y nuestra defensa de los valores de la paz, de la libertad, de la democratización y de los Derechos Humanos. Sobre este tema, Me permito el lujo de atraer su atención de que es deber de unos y otros a atraer su atención en caso de irrespeto de los derechos universales.

Me atrevo también de señalar que  la grandeza de Estados Unidos no se mide a su potencia  económica, tecnológica o militar, sino del uso que harán, rechazando todo alineamiento por tazones raciales o religiosas como siempre hicieron los padres fundadores de EE.UU.

Señor Presidente;

Si me permito el lujo de escribirle hoy es para atraer su atención en torno a sus posiciones sobre el drama que se desarrolla en el Medio Oriente: una tragedia que no respeta al mundo, no tiene valor. Según las opiniones, ninguno de los compromisos, debido a los mínimos, contratados con los palestinos en Oslo bajo los auspicios de su país y de su garantía.

Señor Presidente,

Permítame, señor Presidente, recordarle que cuando Europa acorralaba a los judíos y los cargaba en trenes para llevarlos a los campos de concentración, en mi país, que estaba a su vez bajo el yugo del protectorado, no tenían que llevar la humillante estrella amarilla como se les obligaba a hacer en el viejo continente…

Para cuando los ecos de esta carta lleguen hasta usted, si es que lo hacen, miles y miles de niños palestinos inocentes habrán quedado sepultados bajo los escombros, mártires de una guerra injusta. Y la historia le recordará como el Presidente de la motencia mundial que no se apresuró a socorrer a los niños y a sus madres, condenados a ser aplastados por las bombas y los tanques.

Señor Presidente,

Las bombas lanzadas, fabricadas por y en su país, van más allá de la bomba nuclear lanzada sobre Hiroshima… De lo que estoy hablando hoy es de un « holocausto palestino » que se sitúa indiscutiblemente en el nivel más alto de la escala de crímenes contra la humanidad…

Permítanme recordarle también que, como en Afganistán y Vietnam, la fuerza militar no resolverá el problema ni vencerá la voluntad de los palestinos en su lucha natural por la libertad y la dignidad y, sobre todo, hoy, por la supervivencia.

Nuestra amistad secular y el afecto de los marroquíes por su país se ven ahora puestos a prueba por las trágicas circunstancias de la región, y su postura contribuye poco a mantener el contrato moral y ético en el que la inmensa mayoría del pueblo marroquí, pero no sólo él, ha creído. En el contexto actual, sólo una iniciativa por su parte para poner fin a la tragedia en la región y al sufrimiento del pueblo palestino puede reavivar la esperanza y restablecer la confianza.

Acepte, señor Presidente, la expresión de mi consideración.

Atentamente

 

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