El difunto Rey, Hassan II durante la entrevista acordada al entonces director del diario El Pais, Joaquin Estefania, concurriendo al acto el entonces corresponsal de este diario en Rabat, Javier Valenzuela y Said Jedidi como traductor simultàneo
Además de ilustrar noblemente la “etapa inédita” entre España y Marruecos, dos vecinos condenados (o llamados) a entenderse para soslayar motivos de confrontación gratuita y contra productiva, evitar “ofender a la otra parte” debe ser, para una persona independiente y soberana de sus opciones y concepciones, un modelo de sentido común y de convivencia… o sea: de civilización… de lo que debe ser vecinos y hasta no vecinos.
Este orden de ideas y de corrección deontológicas han merecido nuestra admiración, entre otros, Juan Luis Cebrián y Augusto Delkáder.
No obstante, cuando, para desaprobar y censurar al que se opone, aunque haciendo un daño considerable e irreparable a un tercero, en este caso Marruecos (primer socio comercial de España y co-puente entre Europa y África), solo porque en la desenfrenada carrera hacia la Moncloa todo “debe” valer… todo es legitimo y todo es permitido, no creo que sea ni justo ni idóneo apoyar tan disparatada postura y tan surrealista proyecto político.
En Marruecos estamos acostumbrados desde España a los difamadores de turno, unos más coherentes que otros, todos, cuando se trata de “marroquíes” o ex “marroquíes” crecidos en “democracia”, por obvias motivos y razones que no tienen absolutamente nada que ver ni con los principios éticos ni la salud democrática moral. El sambenito de calumniar a Marruecos… la cantinela de sacarle los trapos sucios, aunque sean limpios.
Sin embargo, en Marruecos para no confundir lo accesorio y prescindible con lo esencial e indispensable, consideramos que esta obsoleta gimnasia política, aunque tenga a Marruecos como blanco y diana, es un asunto hispano-español… un obsoleto ejercicio electoralista en el que Marruecos es victima y sus calumniadores, victimarios porque la política de un partido como tal nunca es del mismo partido, una vez en el poder. Es decir: de toda la nación.