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Hay hambre de paz, sed de utopías
Oigo esas voces del sur con que quieren mudarse las orquídeas
Nos piden salir de la feria de las vanidades,
Detener las manos del odio repartidora del hambre.
Escuchar los allegros dolorosos de niños que piden asilo de pan y paz.
Y a los montes sin socorro de ríos,
coro de bosques sin clorofila sostenida en los troncos de la esperanza.
Mil millones de peces con sus gritos encallados en los plásticos.
Del sur del Sahara a América Latina,
la Europa del Glamour y la Bohemia
Norteamérica con su ilustre estatua y
su imprescindible presupuesto militar
Y también del Sur del Sahara a América Latina
300 millones de niños en la misericordia de las estadísticas.
Pero oigo en lontananza un triunfo infantil con leche trigada,
un desierto de miel salobre, una flor poblada
El río de la vida rebelde de alegría, seco de lágrimas,
el bien laborando sin horario en los pechos,
una vacuna contra el desamparo
Un surtidor de gracias, es decir, un ungüento de abrazos, como
ensayo del amor universal y mil violines de luz en las caricias.