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Círculo Universal Embajadores de la Paz, Reflexiones sobre la paz interior y la paz mundial, Embajador Eugenio de Sá (Portuga)

Por/Para la paz

Además de la libertad, la meta más preciada para el ser humano es alcanzar la paz. Pero no una paz basada en artimañas generadas por las estrategias de grupos o facciones, cualquiera que sea su naturaleza, sino una verdadera ecuanimidad interior, adquirida a lo largo de las grandes transformaciones del alma humana, siempre impregnada de inconstancias y deseos, casi todos basados ​​en codicia injustificada. En realidad, los principales objetivos definidos por la humanidad no pueden lograrse a menos que el concepto de paz se sienta y acepte plenamente, y sus supuestos y limitaciones se pongan en práctica, individual y colectivamente.

El mundo es vasto y la diversidad de culturas instaladas en la especie es enorme, y sería excesivamente utópico pensar que esta auténtica “babel” de la predicación dogmática, que da lugar a tantos focos de conflicto, pueda ser fácilmente superada. Así, se espera que quienes gobiernan a los pueblos del planeta aprendan a manejar primero su propio equilibrio interno para llevarlo a la mesa de negociación, donde se deben resolver los conflictos, todos los conflictos. Se espera que nunca permitan que su tal vez irracional terquedad acerque a las personas que dependen de ellos a la muerte y la devastación.

Como escribió Tam Huyen Van; “La paz no se logrará con posturas, recetas, reglas, libros, imposiciones sociales o políticas. Tampoco se logrará con leyes, decretos, directivas. Estas acciones sólo se manifiestan como resultado de necesidades comunes o excentricidades de una cultura mundial en permanente estado de superficialidades, convenciones o juegos de poder. El ser humano aún no ha sabido, o no ha podido, vencer su inclinación natural a la violencia como lo hizo dentro de las primeras tribus, y sólo sabe dominar este instinto por otra fuerza que lo supera. , o por la ingestión, forzada o no, de sustancias soporíferas o hipnóticas.

Sólo los seres más evolucionados espiritualmente aceptan voluntariamente cambiar esta tendencia y convertirse en personas equilibradas y conscientes, y, por eso mismo, capaces de luchar por la paz.

 Porque este objetivo superior aparece como una necesidad cuando el espíritu, depurado de lo inicuo y accesorio, se libera y logra percibir el error de su obsoleta y distorsionada visión del mundo exterior.

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