Permítaseme aclarar desde un principio que mi identidad carece de relevancia en el contexto actual. Quién soy, de dónde vengo o cuál es mi trayectoria son aspectos menores en comparación con la revelación que está por venir. A excepción de una única hermana, quien ha estado hospitalizada durante los últimos 11 meses en Nuakchot antes de decidir regresar a nuestra nación, Marruecos, el resto de mi amplia familia (compuesta por 15 miembros, entre parientes cercanos y aquellos más distantes) sigue cautiva del Polisario en los campamentos de Tinduf. Sin embargo, esta triste realidad permanece en la sombra para aquellos que confían en los intrincados senderos de los « derechos humanos » que se proclaman en España y en la constantemente invocada « solidaridad » internacional, una solidaridad que parece dirigirse de manera exclusiva y preferente hacia una ínfima fracción de los saharauis.
Más delincuente no puede ser. A la junta militar argelina todo le sirve para tratar de mancillar la imagen de Marruecos. Esta vez el duro combate de Hamas por la dignidad y los derechos palestinos son invertidos en salvas de difamaciones contra Marruecos.
Mucha bla… bla… bla y ningún apoyo efectivo… como siempre, siendo el enemigo blanco y diana, Marruecos y no Israel.
Una vez más los voceros del régimen militar argelino y su uniformada prensa oficial y parte de la extraoficial han desperdiciado una buena ocasión para mantener el pico cerrado.
Unos obran para detener la agresión israelí contra el pueblo palestino, otros quieren sacar jugo a la circunstancia, atacando no al agresor sino al vecino marroquí.
Los palestinos saben quién está haciendo algo y quién trata de pescar en las aguas turbias de la guerra.
Confundiendo el enemigo, la guerra y lo que moralmente se puede y se debe hacer, la junta militar argelina ha creído que era ocasión para atacar a Israel sino a lo que llama “normalizadores” clara alusión a Marruecos.
De tal forma que en la polpotiana prensa militar argelina la cobertura del drama palestino es enfocada a través de calumnias y trasnochadas acusaciones a Marruecos.
Mientras tanto, en Marrakech se prosiguen los trabajos del mayor evento financiero mundial: las asambleas anuales del BM y del FMI.