No soy la única que cree que, ante el rabioso rebrote de la pandemia, ni es oportuno bajar la guardia ni es moralmente admisible exigir flexibilizar las medidas restrictivas timadas y, probablemente, por tomar.
Los que lo han hecho se les ha pasado factura. Estamos, a todas luces al comienzo o en pleno pico de la nueva ola, lo que, con otros términos significa que estamos en la recta final.
Por hora, no nos queda otra alternativa que acatar las medidas e instrucciones de las autoridades sanitarias que donde hay patrón no manda marinero.
Juntos, aunando nuestros esfuerzos, podemos llegar a la “otra” orilla que, Inchaalah, será para dentro de muy poco.