
Luego, mi pasión por los idiomas comenzaba a converger hacia el japonés e italiano; aprendiendo, de este modo, sus palabras básicas sin profesor.
Así que no dejé de dedicar el grueso de mi tiempo a mi pasión, y aunque pese a que soy consciente de que esto no va a llevarme a ninguna parte, sigo tratando de mejorar mi nivel, siendo buena en cualquier idioma me da satisfacción.
Quizás hubiera podido ser una traductora si las circunstancias habrían sido diferentes. Por eso aconsejo a los muchachos que están aun en los colegios que hagan lo que les apasiona hacer y no lo que la gente quiere que hagan, trazando un camino directo a sus metas.