
Mahmud, un joven, tangerino que paso 27 años en Bélgica, es, desde su regreso a Marruecos, un próspero hombre de negocios (Importación/exportación).
“No todo lo que brilla es oro”, dice el hombre con un tono triste que roza la angustia.
Mahmud explica que, antes de acumular esta fortuna “providencial” vivía con mis cuatro hijos y mi esposo feliz y siempre contento. “Nunca me dejaban necesitar nada. Desbordaban amor y no escatimaban absolutamente nada para satisfacerme”. Era, enfatiza, el más feliz de los padres”.
Y…
Desde que estamos “un poco acomodados sobre el plano financiero, todo ha cambiado… nefastamente”
¿Por qué?
“Los hijos solo piensan en el dinero y el confort. Su madre se ha convertido en unja excelente madre, pero una horrible esposa…”.
¡Tanto! “Les he dado todo y ahora no paro de recordar los buenos tiempos en que no tenía tanto…”
¡Santo Dios!