

Asimismo, una madrastra no podría esperar que un hijastro la reciba con los brazos abiertos pese a que aparentemente haya tomando el lugar de su propia madre, quedándose con su patrimonio sentimental.
Pero, no se pueda generalizar porque hay buenas madrastras con nobles intenciones y una fehaciente voluntad de amar, ayudar y contribuir actuando con mucho afecto y cariño con los hijastros para que toda la familia viva en paz sin conflictos, pese a que los hijos del marido no siempre le hacen la tarea fácil.
A lo postre, ambas partes: la madrastra y los hijastros tienen entender las circunstancias de cada uno, y el padre debería ser el justo y reconciliarte mediador entre ellos sin favorecer a ninguna parte.