El letrado Saad Sahli del Colegio de abogados de Rabat
No cabe la menor duda de que con una desinteresada (y hasta interesada) cooperación internacional para combatir el coronavirus, el mundo, nuestro triste e hipócrita mundo, hubiese logrado resultados infinitamente más positivos que las actuales.
¿Quién ayudó/ayuda a quién? China en un alarde de gota en el océano. Sinceramente ¡tampoco! Probablemente tuvo la intención y la disponibilidad, pero le faltó la eficacia y el dominio del tema.
Los demás… todos los demás… se consagraron a sus respectivas situaciones internas, olvidando que dos son uno, uno es ninguno.
Al final ni los grandes ni los pequeños pudieron con el exterminador virus, acusando unos a otros de su tragedia, pero sin contemplar, hasta ahora, una estrategia mundial de lucha contra el flagelo.
Pero aun, intenciones electoralistas han hecho hasta acusar a la OMS de ¡vaya usted a saber qué!
Es el terreno fértil que ha hecho que el Covid-19 avance inexorablemente devastando lo verde y lo seco, como decimos en Marruecos.
Queda aún tiempo. Lo que dudamos que queda aún es la conciencia y la honestidad moral e intelectual de los dirigentes del mundo para olvidar, aunque solo ¡momentáneamente, sus perversos cálculos políticos y politiqueros de cara a elecciones o a enderezamiento de una imagen deteriorada.
Así, con o sin coronavirus, este mundo está expuesto a la más dolorosa impotencia ante todas las dificultades.