Atados a la vida, mientras que otros viven. Rehenes en tierra de los demàs cuando ellos tienen tierra, familia, pais y amor de su pueblo en Marruecos
Aclaro, de antemano que importa muy poco cómo me llamo, ni de donde soy ni como he llegado hasta aquí, sino lo que voy a revelar, porque a excepción de una sola hermana, internada hace 11 mese en un hospital de Nuakchot, antes de decidir regresar a su país: Marruecos, toda mi familia (15 miembros entre próximos y lejanos parientes) sigue, como la inmensa mayoría de su población, rehén del Polisario en los campamentos de Tinduf pero esto no lo sabrán a través de España y sus laberintos de “derechos humanos” y de “solidaridad’ internacional… preferente y casi exclusivamente con una ínfima parte de los saharauis.
Desde los años 80 e incluso un poco antes, en una incomprensible ausencia de Marruecos y su diplomacia, Argelia apostaba por Canarias en la cuestión del Sahara, muy especialmente a partir de marzo de 1987 cuando en un acuerdo con el PSOE, cuyos pormenores nunca fueron revelados hasta ahora, los servicios secretos asesinaron al dirigente etarra Txomin Iturbe quien había confiado en los argelinos aceptando su “hospitalidad”.
De Iturbe a Antonio Cubillo y el Sahara por medio. España y Canarias se dejaron voluntariamente someterse a la voluntad argelina, confiándole la extraña tarea de acabar con los focos separatistas en la península y en canarias a cambio de regar el separatismo en el Sahara ex español.
De tal forma que a excepción de un corto lapso de tiempo en que el empresario saharaui (baimrani) Hassan Derham, con la ayuda y colaboración del entonces cónsul general de Marruecos en Las palmas, Abderrahman Ould Leibek, había dado, por iniciativa absolutamente personal, un giro de 180 grados a las relaciones del archipiélago con Marruecos, organizando, con medios propios (entre ellos su avión especial que, en una ocasión trajo hasta un equipo de la televisión marroquí), Canarias fue siempre un terreno de caza polisarista con un derroche de medios argelinos.
A1 todos estos se deben sumar los negocios sucios propuestos por el régimen argelino y la compra de conciencias de algunas formaciones políticas locales que, inmediatamente después de un periodo de “reflexión” en las misiones económicas de Hassan Dirham, se sumaron a la empresa guerrera contra Marruecos.