El candidato republicano para la presidencia de Estados Unidos no lo esperaba o no lo podía saber: Las elecciones americanas las deciden los latinos con sus famosos en Estados Unidos y fuera de ella (ver infomarruecos e un artículo de Vanguardia de México) y los millones de habla hispana con sus medios de comunicación, sus órganos de prensa y su impacto en la sociedad americana.
Sin los latinos y su apoyo, Hillary Clinton nunca hubiera podido salir del “bache” de los últimos días. Ella lo sabe y lo dio a conocer en voz alta y en mayúscula. Hasta los latinos “republicanos” se vieron obligados a abstenerse a apoyar a un Trump abiertamente hostil a todo lo que no es 100% americano según las normas establecidas por el Ku Klux Klan.
Con la señora Clinton como presidenta de Estados Unidos, la política exterior estadounidense daría un importante giro, primero por reconocimiento a los latinos y su decisivo papel en el cambio del curso de las intenciones de voto pocos días antes del escrutinio y luego por la importancia que debe adquirir el elemento latino dentro y fuera de Estados en las opciones estratégicas enmarcadas en las prerrogativas del presidente.
Dicho con otras palabras: gracias a la arrogancia y a la alergia del candidato Trump para con los latinos de Estados Unidos y su concepción segregacionista de la emigración y los emigrantes, Hilary Clinton ha logrado no solo dar la vuelta a la situación, sino aplastar literalmente a su adversario republicano, de donde puede servir de lección para los mandatarios o candidatos que se pronuncian de manera ligera cuando no ofensiva sobre el tema de la emigración.
Una vez la no consideración del tema de la emigración en su justo valor pasa factura a, esta vez, a un pretendiente, a la presidencia de la súper potencia mundial.
