No cabe duda de que el desarrollo del juicio de Gdeim Izik ante una jurisdicción civil ha constituido, como llevamos diciendo desde hace semanas, un duro golpe a los provocadores a sueldo de Argelia y su Polisario.
En este contexto el ejemplar y, según propios y extraños, sin precedentes en los países de categoría de Marruecos y mucho más, comportamiento del juez y del personal encargado del juicio, está siendo objeto de elogios de muchas eminencias jurídicas presentes actualmente en el Tribunal de apelación de Salé o como abogados o como observadores.
Marruecos ha ganado la apuesta de la libertad y el respeto de los derechos humanos y su justicia se alza, gracias a este juicio de Gdeim Izik, al rango de las más independientes del mundo.
Nunca antes se han visto tantas garantías a confirmados asesinos, autores de los más salvajes y degradantes actos contra seres humanos ni a los que desean defenderlos ni a los que quieren apoyarlos… siempre y cuando delimiten su libertad justamente en donde comienzo la de los demás y en este caso el Estado marroquí.
En la cámara criminal del tribunal de apelación los comentarios al respecto de respetadas personalidades del mundo del derecho y de la justicia deben enorgullecer a todos los marroquíes que han dado prueba que, a la vez, firmes antes las provocaciones y las chiquilladas de algunos asalariados de Argelia, flexibles y disponibles ante sus derechos y sus obligaciones.
Con este sublime comportamiento la justicia marroquí ha colocado el asunto en su verdadero marco y contexto: 11 inocentes fueron salvajemente asesinados y que sus asesinos comparecen hoy ante la cámara criminal por ser criminales de derecho común.
En Casi todo el mundo esto prevalece sobre toda otra consideración aunque siempre hay excepciones.