Elias D. Galati
Poeta y escritor (Argentina)
“Arrastré por este mundo la vergüenza de haber sido y el dolor de ya no ser”
del tango Cuesta Abajo.
La raza humana está arrastrando por este mundo la anomia moral.
Si bien en toda época hubo violencia, corrupción, robo, discriminación, falta
de valores y de solidaridad, en el consenso general de las poblaciones
primaba el concepto ético y moral, la idea del bien y la adhesión a los valores,
aun reconociendo que a veces no se lograba.
Es decir a una violación a las normas o al orden, se respondía con la moral y
la ley, no propinando otra violación como compensación del daño.
Lo correcto y lo incorrecto, lo legal e ilegal, lo moral e inmoral, estaba
perfectamente determinado aún para quienes estaban del otro lado.
Ser violento era una condición nefasta, que de a poco se ha convertido en
fortaleza y poderío.
La traición era la peor condición del hombre, y de a poco se ha convertido
en una condición pragmática, como diciendo del otro lado me dieron más.
La corrupción era un escarnio personal, pero pronto se la consideró como
una viveza, como una forma mejor de vivir la vida personal.
Los reclamos también cambiaron su sentido, y la interpretación de los
mismos fue diferente; he escrito ya hace tiempo que habría que considerar
que cuando alguien dice “como roban, que vergüenza”, lo que en verdad está
sosteniendo es porque no estoy yo, cuando me tocará a mí.
Entonces todo se mezcla como en Cambalache o como decía Mingüito
“seigual”.
Comparamos el terrorismo a la liberación, el cambiar de parecer como una
forma de mejorar, con el acomodo de ponerse en el mejor lugar, aún con
quien fue mi enemigo porque me conviene.
La guerra campea en todo el orbe, y no hay día en el cual no haya una lucha
fraticida.
La gente vive en la miseria mientras algunos se enriquecen de modo
insolente y patético, pero se los sigue, se los publicita, se los imita y hasta
son considerados como modelos.
¿Cuál es la condición humana que nos lleva a esta conducta?
La vida transcurre en una pulsión entre el deber y el deseo, una dicotomía
entre lo que quiero y lo que debo.
Dice un antiquísimo proverbio oriental “que nunca tu deseo supere a tu
deber”.
Las relaciones sociales no son homogéneas, permanentemente vemos una
vinculación que marca una superioridad de un lado y una dependencia desde
el otro.
La variación social no se produce por el mérito, por el esfuerzo, por la
voluntad, sino por motivos espúreos y non sanctos.
El tiempo pasa, caminamos cuesta abajo y nos vamos acostumbrando.
El concepto y la solución es muy simple, y su explicitación tiene mas de dos
mil años.
Decía Platón es bueno y moral lo que está equilibrado.
La sociedad, las relaciones, el intercambio deben estar equilibrados, de esa
forma hay orden y las cosas funcionan.
Equilibrio significa igualdad, igualdad en la diversidad, igualdad a pesar de
los roles y a pesar de las diferentes formas de entender la vida y el camino
que se opta en ella.
Igualdad significa poner el nosotros en lugar del yo.
Entender que todos tienen derechos y todos también deberes.
Que nadie está exento de rendir cuentas, y de sostener no sólo la vida, sino
también la de sus hermanos, en especial de los que lo rodean.
Que es aberrante la forma ostentosa y opulenta de unos con la forma indigna
y la miseria de otros.
Porque entonces arrastramos la vergüenza de lo que hemos sido, y el dolor
de ya no ser verdaderamente hombres, hombres íntegros, dignos, capaces de
cumplir con su deber y de ser solidarios.
Es necesario tener lo que quiero, debemos cumplir nuestro deseo, porque es
el motor de la vida del hombre, pero también es necesario dar, en especial lo
que debemos, no solamente lo material, sino lo que debemos en cuanto
somos, lo que nos corresponde por nuestro rol, lo que debemos a nuestros
hermanos, en especial por aquello que la vida nos da, y a nosotros nos sobra.
Nuestras acciones, nuestras actitudes, en especial aquellas que marcan, las
que se señalan como ejemplo, las que nos corresponden por lo que somos en
la sociedad deben ser un modelo de equilibrio, de bondad, de solidaridad
para que seamos hombres dignos de verdad.
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