la "Declaración de Jeddah": "condena a la formación de grupos armados y milicias”
Aclaro, de antemano que importa muy poco cómo me llamo, ni dedonde soy ni como he llegado hasta aquí, sino lo que voy a revelar, porque a excepción de una sola hermana, internada hace 11 meses en un hospital de Nuakchot, antes de decidir regresar a su país: Marruecos, toda mi familia (15 miembros entre próximos y lejanos parientes) sigue, como la inmensa mayoría de su población, rehén del Polisario en los campamentos de Tinduf pero esto no lo sabrán a través de España y sus laberintos de “derechos humanos” y de “solidaridad’ internacional… preferente y casi exclusivamente con una ínfima parte de los saharauis.
Los primeros mandatarios del mundo árabe lo dijeron en voz alta y en mayúscula: Ni bandas armadas ni milicias. La alusión todo el mundo supo inmediatamente a quién, por qué y cómo.
¿Quién tiene una milicia? ¿A qué le sirve o debía servir? ¿Qué resultado ha cosechado después de casi medio siglo de perversas e infructuosas maniobras?
La referencia es explicita, en voz alta y en mayúscula. No hay peor sordo que el que no quiere oír.
En la Liga árabe Marruecos es un país fundador de la Liga y de enorme peso. Por allí no hay nada que picotear.
Edem Kodjo es un triste recuerdo del pasado y los cadáveres no se resucitan.
En los campamentos con el habitual y exquisito humor saharaui los secuestrado de Argel y su Polisario lo comentan a su manera: “Es que Argelia ya pinta menos que un pintor de brocha gorda”.
Con sus miles de balseros y unas finanzas que rozan el caos la junta militar argelina no tiene los medios de comprar conciencias como antes, salvo en España donde hay ganga de conciencias.
Le quedan sus medios informativos, especialmente audiovisuales y en las redes sociales donde puede hacer circular todas sus mentiras porque no son costosas.
Pero en las capitales árabes, entre ellas Argel, se acata la “Declaración de Jeddah”: Ni bandas armadas ni milicias en el mundo árabe. Lo demás es simple palabrería y falsas interpretaciones destina das al consumo local.
En los campamentos casi todo el mundo sabe que Argelia y su domestico el Polisario les mienten. Tan así son las cosas, que todo anuncio de los dos provoca risas e ironía.