Jihane Jedidi es optica/periodista directora de comunidad infomarruecos
Foto: Jedidi Media
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En medio de la tristeza y la desolación que dejó tras de sí el terremoto en la región del Hawz y sus alrededores, un rayo de esperanza se alza como un fénix renacido de las cenizas. Los habitantes de Tiznit, cerca de Tarudant, hoy contemplan con gratitud el milagro de la naturaleza: manantiales que han resurgido tras la sacudida de la tierra.
La sequedad y la falta de agua eran un problema persistente en esta área antes del terremoto, dejando a los árboles de argán sedientos y marchitos. Pero, en un giro sorprendente del destino, los temblores liberaron estas corrientes subterráneas, regalando agua a una tierra sedienta y a personas necesitadas de alivio.
Hakimi, un residente local, compartió su alegría diciendo: « Estas aguas son una bendición de Dios. Nos hacen olvidar, al menos por un momento, la tragedia que vivimos. Ahora podemos plantar vegetales y revitalizar los árboles que el duro clima había dejado en desdén ».
Esta nueva fuente de vida no solo brinda esperanza a los habitantes de la zona, sino que también tiene un potencial transformador. Otro oriundo de la región expresó: « Esta región tiene atractivos turísticos, y ahora, con este recurso, podemos atraer a más personas y dar un impulso al desarrollo local, especialmente en un momento en el que el empleo es escaso ».
Es un recordatorio poderoso de que, incluso en los momentos más oscuros, la naturaleza puede regalarnos un atisbo de luz y renacimiento. El terremoto, cruel en su impacto, desencadenó una respuesta inesperada de la tierra misma, ofreciendo una lección de fortaleza y renacimiento en medio de la adversidad. Un claro ejemplo de que no hay mal que por bien no venga. ¡Al Hamdulilah!
