La cantidad de mujeres que acusan al candidato republicano para las presidenciales americanas, Donald Trump de acoso sexual. Muchas de ellas han presentado ya recursos judiciales contra él. Y Él que acusa a su aseveraría en esta carrera presidencial, la demócrata Hillary Clinton de drogadicta.

 Con o sin “derecho de opinión” francamente estamos ante la decadencia geopolítica y moral del planeta. Los presidentes estadounidenses anteriores tampoco eran ángeles y todos tenían defectos más o menos graves, lo que explica este deplorable estado de nuestro mundo. El último, el hasta ahora, actual, Barack Obama prometió todo. Parecía una paloma y resulto un voraz halcón con miles de muertos inocentes en su conciencia y con planes aun para seguir destruyendo.

Ahora resulta que los americanos van a tener que elegir entre una drogadicta, según Trump y un sádico sexual, según múltiples actas de acusación y los dos, una u otro decidirán, drogados o excitados lo que tienen que hacer con el destino de otros pueblos.

Ahora bien, su Show ya no impresiona a nadie. Todo sabemos quién manda en Estados Unidos, por qué manda y como manda. Pero, en menor medida, puede peligrar la paz y la estabilidad mundiales. Bastaría recordar cómo estaba el mundo y a qué se dirigía cuando la señora Clinton era Secretaria de Estado y lo que promete Trump de ser elegido presidente de Estados Unidos.

En espera, no cabe la menor duda de que los defectos que nos llegan, son los residuos que escapan al filtro. El stablishement americano necesita la pleitesía del mundo y no permite que se saquen sus trapos socios o a cuenta gotas.

Por ello, tanto monta, monta tanto, Hillary como Donald