Sales de casa irritado y con la moral por los suelos, la vida, con sus complicaciones y desafíos te suele castigar de vez en cuando en el momento menos esperado. Caminas rumbo a tu café favorito situado en la avenida Mohamed V y a lo largo del trayecto te encuentras con algunos rostros que en vez de darte ese empujoncito que necesitas para superar tus problemas y evadirte de los últimos acontecimientos que te tocó experimentar, te salen con: la subida de los precios, los salarios bajos, el descontento social, las huelgas, la precariedad laboral… Intentas desviar el rumbo de la conversación hablando del último clásico del fútbol español pero nada, la gente está intensamente metida de lleno en sus problemas y recurre con abundancia al clásico método de criticar y no aportar. Por fin llegas al café y te encuentras con el amigo que se pone en tu piel y hace que tus preocupaciones sean menos estresantes, sólo necesitas hablar y ser escuchado para que la vida, con sus dificultades, vuelva a cobrar sentido. Todos tenemos a ese amigo que cuida el mínimo detalle para vernos felices, nos inspira paz y nos dedica tiempo de calidad, ese amigo que es el mar donde solemos ahogar todos nuestros males.
De nada sirve buscar enemigos invisibles y responsabilizar a los demás de nuestro estancamiento, el contexto social actual nos exige rodearnos de gente positiva que ve el vaso medio lleno, si lo hacemos, nuestra faceta creativa nos lo agradecerá porque las quejas y el arte de criticar por criticar no aportan absolutamente nada a nuestro día a día, en la actualidad se necesita ambición, valentía y preparación para plantarle cara a los problemas.