Viajaba Edmund Rostand, el dramaturgo francés conocido principalmente por su obra más famosa, « Cyrano de Bergerac, » en tren con una dama de elegante y distinguido aspecto como única compañera de departamento. Sintiéndose deseos de fumar, le preguntó si le molestaría que lo hiciera. Para su sorpresa, la mujer sacó papel y lápiz y escribió: “Perdóneme, soy sordomuda. Creo que usted desea fumar, hágalo, por favor. » Conmovido, Rostand escribió y entregó a su silenciosa compañera de viaje una nota que decía: “Le ruego acepte la expresión de mi más respetuoso homenaje de simpatía. Edmund Rostand.” Tiempo después, en un estreno en la Comedia Francesa, el escritor vio a la dama del tren conversando animadamente con un amigo suyo, quien poco después aclaró el “misterio”: “¿Sordomuda? ¡Qué va! Es una fanática de los autógrafos. Creo que posee la mejor colección de Europa…”