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EL MOMENTO Y EL LUGAR, Elias D. Galati (Argentina)

Reflexiones

 

Kant afirma que espacio y tiempo son condiciones a priori de toda

experiencia, a la vez que parece alinearse con la naturaleza euclidiana del

espacio y la simultaneidad absoluta.

Es decir son condiciones de la sensibilidad humana; el hombre siente, piensa,

actúa, se mueve dentro de un tiempo y de un espacio, no puede concebirlo

de otra manera.

Es decir hay un momento y un lugar para todo y para todos.

Las condiciones espacio temporales son la base de lo fenoménico, y poseen

también idealidad transcendental porque son la condición de posibilidad de

toda experiencia y no están en las cosas en sí mismas.

Tiempo y espacio no son las cosas, se diferencian de ellas. Se puede concebir

un espacio y un tiempo vacíos, pero no se puede concebir un objeto sin

espacio, sin tiempo.

En la « Crítica de la razón pura » sostiene que son condiciones del

conocimiento, y formula su tesis del siguiente modo: espacio y tiempo son

las condiciones absolutamente necesarias, sólo bajo las cuales los objetos

pueden ser dados a nuestros sentidos; y ello es debido única y

exclusivamente a la naturaleza de nuestras facultades de conocer, en este

caso, a la naturaleza de la sensibilidad humana.

Esa sensibilidad está en la base de todo conocimiento y de todos los juicios.

El tiempo es, en sentido general, una magnitud física que se utiliza para

medir la duración, simultaneidad y separación de los hechos y

acontecimientos y el espacio es considerado el medio físico en el que se

sitúan los cuerpos y los movimientos, y que suele caracterizarse como

homogéneo, continuo, tridimensional e ilimitado. y también como la

Superficie o lugar con unos límites determinados y unas características o

fines comunes.

San Agustín dice que sabe que es el tiempo, pero que si me lo preguntas no

te puede responder, no lo puede explicar. Y termina diciendo Hay de mi que

ni siquiera sé lo que no sé.

Nuestro momento y nuestro lugar es nuestra existencia, es el derrotero de

nuestra vida. Es donde se desarrolla nuestra historia.

Aunque en ella haya momentos y lugares diferenciados, que nos marcan de

una manera distinta y a veces absoluta.

Son el momento y el lugar que marcan nuestro destino, que determinan

quienes somos y que proyectan nuestra existencia.

Esa circunstancia es crucial en nuestra existencia y nos coloca solos delante

de nosotros, para determinar quien somos, que queremos, cual es nuestro

carácter y nuestra personalidad.

¿Cómo llegamos a dicha condición? ¿cómo nos hemos aprestado a lo largo

de la existencia para hacer una buena elección?

La primera condición indudablemente es el amor; el amor que sentimos, que

nos hace amar y ser amados, y el amor que debemos sentir hacia el lugar y

el momento en que fuimos colocados, porque no es nuestra elección.

Es necesario haberse preparado para elegir, porque es posible que no nos

demos cuenta, y el instante pase de largo y nunca tengamos la oportunidad

de elegir.

Elegir como vivir, como valorar, como priorizar las cuestiones importantes

sobre las triviales, como relacionarse con los demás y con el mundo.

Hay un momento y un lugar, un único momento y lugar que engloba nuestra

vida y nos proyecta hacia el futuro.

Que nos catapulta al infinito, que nos nutre, que llena nuestra mochila para

que dure durante toda la vida.

Donde arribamos solos, desnudos, despojados de toda trivialidad, de todo

lastre, y desde donde somos responsables de lo que haremos con nuestra

existencia, de aquello que marcará nuestro derrotero y quizás deje una huella

en la vida de los hombres.

La vida te coloca delante de la Divinidad para que determines quien eres,

que haces, que deseas, que proyectas, que valoras y como has de continuar

tu vida en el futuro.

Tamaña responsabilidad que sólo podrás superarla amando, a ti mismo, a los

otros, a las cosas, valorando lo bueno, lo justo, lo equitativo y lo pacífico, y

compartiendo no solo lo que tienes sino también lo que eres, porque si no te

das a ti mismo, no serás capaz de dar otra cosa a los demás.

Es el momento y el lugar de la verdad, el que te hace hombre en serio, el que

te dignifica y te eleva.

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