Aclaro, de antemano que importa muy poco cómo me llamo, ni de donde soy ni como he llegado hasta aquí, sino lo que voy a revelar, porque a excepción de una sola hermana, toda mi familia (15 miembros entre próximos y lejanos parientes) sigue, como la inmensa mayoría de su población, rehén del Polisario en los campamentos de argelinos de Tinduf y víctima de laberintos de “derechos humanos” y de “solidaridad’ internacional… La situación de la población de estos campamentos es real y potencialmente inquietante. Atada a la vida, la gente se pregunta con qué derecho fue sometida a tantas humillaciones y a tantos atentados contra su dignidad saharaui. Cunde la desconfianza y la parquedad. Desaparecen trágicamente la solidaridad, la fraternidad y el amor al prójimo. La gente no busca más que sobrevivir para el día siguiente con la eterna pregunta de que si alguna ayuda humanitaria internacional u otra limosna haya llegado al campamento y, sobre todo, si les va a llegar.
A excepción de algunos españoles y algunas corrientes políticas españolas, nadie se atreve a valorar positivamente al Polisario y su polpotiana gestión.
Hasta dentro de la cúpula de la banda armada hay voces que reclaman a gritos, aunque o infructuosamente reformas y adaptación a los imperativos del momento.
La junta militar argelina no acepta. Prefiere al Polisario en su monstruosa forma actual por ello, combate con enormes presupuestos la imparable subida en sus campamentos en Tinduf y fuera de ellos al Movimiento de los saharauis por la paz.
La paz y la guerra no son iguales. Y la paz y los perversos sueños de guerra son antónimos.
En Argel se tiene prisa. Cambian gobierno, emprenden campañas y hasta se olvidan del enemigo.
El Polisario en peligro de… la paz. Al MSP se adhieren diariamente decenas de saharauis. Unos en silencio, así lo aconseja la represión argelino-polisarista, otros en voz alta a pesar de que, sabiendo que la cúpula del Polisario y su capo el refugiado Al Ghali Al Mostafa Assayid no dice nada, asesina a todo quien piense de otra forma.
El MSP es el presente y el futuro. Por ello no necesita ni responder ni difamar ni atacar… seguro del curso de los acontecimientos y de la ineluctabilidad de este curso de acontecimiento.