Aclaro, de antemano que importa muy poco cómo me llamo, ni dedonde soy ni como he llegado hasta aquí, sino lo que voy a revelar, porque a excepción de una sola hermana, internada hace 11 meses en un hospital de Nuakchot, antes de decidir regresar a su país: Marruecos, toda mi familia (15 miembros entre próximos y lejanos parientes) sigue, como la inmensa mayoría de su población, rehén del Polisario en los campamentos de Tinduf pero esto no lo sabrán a través de España y sus laberintos de “derechos humanos” y de “solidaridad’ internacional… preferente y casi exclusivamente con una ínfima parte de los saharauis.
Se esperaba y se esperaba mas y peor. De hecho, ¿qué se puede esperar de una milicia en vertiginosa perdida de velocidad que representa (por fuerza, extorsión y coacción) a menos del 2% de los secuestrados en el Guantánamo argelino de Tinduf?
Pero de los borrosos niños de cortísima edad militarizados u otros vendidos en Andalucía para su evangelización, de la malversación de la ayuda humanitaria internacional, de los diversos tráficos en la región y de las mil violaciones del argelinizado jefe de la milicia, entre muchos otros, nos encargados nosotros no en camisetas sino en palabras desnudas, verídicas y espeluznantes.
¿Cuántos saharauis quedan aun en el gulag angelino de Tinduf? ¿Cuántos están en las inhumanas cárceles en Tinduf? ¿Qué piensa el Movimiento de los Saharauis por la paz (saharauis de pura cepa sin subsaharianos ni mauritanos, ni argelinos, ni malíes ni nigerianos (Níger)?
Al sol no se puede ocultar con un tamiz. Los crímenes del Polisario son tan horribles que difícilmente una camiseta puede eclipsar.
En alguna camiseta en España debe figurar la estadística de cuántos verdaderos saharauis (con padres fundadores del Polisario) en Marruecos y cuántos hay aun en Tinduf en Argelia.
49 años de las mismas chiquilladas, las mismas chorradas y las/los mismas/mismos chorizas/chorizos.
