Esta vez el ministerio de exteriores y Cooperación no ha necesitado publicar ningún comunicado para explicar la posición del reino al respecto.
Efectivamente, contrariamente a Rusia y a Mauritania, el gobierno español se ha encargado (anticipado) a desmentir las alegaciones y los desesperados intentos de pescar en las aguas turbias del estrecho de Gibraltar.
Primero fue el Presidente del gobierno seguido casi inmediatamente por el ministro del Interior. Todo volvió a su cauce normal y lógico. Ni uno ni otro hizo referencia a las peligrosamente coincidentes declaraciones el pasado día 6 de nuestro titular de Agricultura y Pesca sobre la cuestión de la inmigración irregular en Marruecos. Los poderes públicos en Marruecos tampoco.
Lo que, entre muchas otras cosas permite expresar la satisfacción de que entre Madrid y Rabat se ha logrado por fin crear mecanismos de protección y de profilaxis ante las tentativas de sus detractores a través, me imagino, de una comunicación instantánea y constante.
Mariano Rajoy y Juan Ignacio Zoido hablaban en perfecto conocimiento de lo que avanzaban. Sabían de qué hablaban y nadie podía pagarles para que dijeran lo que quería. Esto, evidentemente deja suponer que los canales de comunicación entre los dos países comienzan a funcionar, proporcionando cierta seguridad y cierta confianza en poder evitar lo que hasta hace poco, lograban los que no les interesan buenas relaciones entre los dos vecinos.
De hecho, la actitud y la celeridad de los dos responsables españoles es realmente admirable y se debe enmarcar en los anales de lo que podríamos llamar nuevas relaciones entre los dos países.
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