Utilizados en la mayoría de los casos como bombas humanas en los frentes y profundamente decepcionados y desmoralizados por la atroz muerte de la mayoría de ellos y por las sucesivas derrotas de la banda de Daesh en Irak y en Siria, los terroristas marroquíes desertan, desde hace semanas, las filas del llamado “Estado islámico”.
Según el Buro central de investigaciones judiciales (BCIJ) hasta el mes de octubre pasado, 198 desertores marroquíes han tratado de regresar al país. Una cifra contestada por el Comité mixto de defensa de los detenidos que alega que esta cifra no incluye a las familias de los regresados que, dicho sea de paso, no son detenidos a su vuelta. Ni tampoco, eso lo afirman los expertos en materia terrorista, los asesinados por los comandos de Daesh al descubrir sus tentativas de evasión.
Total: una caótica situación viven los marroquíes de Daesh sin que a países como Estados Unidos, Francia, Inglaterra, Arabia saudiita, Qatar o Turquía, entre muchos otros que pretenden luchan contra el terrorismo, les interese de cerca o de lejos, directa o indirectamente este nuevo fenómeno que puede acelerar la lucha anti-terrorista.
Sin embargo, con o sin ellos, según los relatos de muchos de estos terroristas arrepentidos el horror que se vive con Daesh es absolutamente indescriptible: humillaciones y vejaciones diarias, violaciones, castigos corporales etc. Lo que significa que un poco de “interés” las coaliciones anti-terroristas pueden rentabilizar estos advenimientos en su lucha contra el flagelo.