Era evidente que después del patinazo no se podía encontrar la atinada solución con cembreros
Aclaro, de antemano que importa muy poco cómo me llamo, ni de donde soy ni como he llegado hasta aquí, sino lo que voy a revelar, porque a excepción de una sola hermana, toda mi familia (15 miembros entre próximos y lejanos parientes) sigue, como la inmensa mayoría de su población, rehén del Polisario en los campamentos de Tinduf, pero esto no lo sabrán a través de España y sus laberintos de “derechos humanos” y de “solidaridad’ internacional… La situación de la población de estos campamentos es real y potencialmente inquietante. Atada a la vida, la gente se pregunta con qué derecho fue sometida a tantas humillaciones y a tantos atentados contra su dignidad saharaui. Cunde la desconfianza y la parquedad. Desaparecen trágicamente la solidaridad, la fraternidad y el amor al prójimo. La gente no busca más que sobrevivir para el día siguiente con la eterna pregunta de que si alguna ayuda humanitaria internacional u otra limosna haya llegado al campamento y, sobre todo, si les va a llegar.
Mal… muy mal. Movilizando a un ejército de legionarios de la pluma para desprestigiar o, cuando menos, camuflar la realidad que ha provocado con su vecino marroquí, tratando de sustituir la verdadera razón de esta crisis, de deslealtad con el vecino a un simple e irracional episodio migratorio, intentando cínicamente una ofensiva anti marroquí en la Unión Europea y finalmente pensar que la “simpatía” hacia la banda del Polisario atrae votos, el gobierno español ha incurrido en un error político mortal.
Era evidente que después del patinazo no se podía encontrar la atinada solución con cembreros.
¡Y aquí estamos! De mal a peor.
Como freza el refrán “le preguntaron donde está tu oreja, enseño con la mano derecha la oreja izquierda”.
¿Qué queda? La verdad, reconociendo con valor y trasparencia políticas el error, asumir la debida responsabilidad y darse cuenta de que Argelia acaba de cometer un atraco geopolítico en España.
La Moncloa y con ella casi todos los españoles ( a excepción de los salariados del régimen militar argelino) saben ahora que Mohamed Benbatocuh o Brahim Ghali son obra de la DRS argelina y que el prefabricado problema del Sahara no existe más que en la mente de nostálgicos incapaces de olvidar el desastre de Anual.
Entre España y Marruecos, sin Argelia por medio, hubiera podido ser mejor… mucho mejor para ambos, para la cooperación bilateral y para la estabilidad regional, pero Pedro Sánchez ha optado.