Solo un insensato puede atreverse a hacer diferencias entre los criminales terroristas y los islamofobos que recorren España de punta a punta con sus pintadas, su odio, su rencor y su sed de provocar un choque confesional o étnico.

Tanto monta, monta tanto. Ambos pertenecen a la misma cultura de odio y de intolerancia.

En España, desde los cobardes atentados de Barcelona ninguna comunidad en España ha expresado su repulsa y su condena como la musulmana, incluidas las familias de los propios terroristas. Esto solo puede producirse entre musulmanes y en el Islam, que nos insta a condenar lo ilícito y lo inhumano aunque sea obra de los nuestros.

Por más que diga Míster Trump, sus admirados del Ku Klus Klan o sus aliados occidentales que no son menos kuklusistas y supremacistas que la organización americana, estamos condenados a un dialogo de civilizaciones y nunca… jamás lograrían provocar un choque de civilizaciones.

Afortunadamente, los mercaderes del odio son una ínfima minoría y la rápida y atinada reacción de las diferentes comunidades musulmanas de España les han secado las guas turbias donde esperaban pescar.

El mundo musulmán (más de 1 500 millones de almas) que considera, con razón y sólidos argumentos religiosos, que el terrorismo es ajeno al islam e incluso su principal enemigo, trata con su tristeza y su consternación de lo que sucede a sus hermanos de otras confesiones de demostrar que es doblemente victima: Victima porque no fue el quien ha creado a Daesh y su nefasta ideología racista y porque son, justamente, los musulmanes sus primeras víctimas.

¿Acaso es necesario recordar cuantos musulmanes y cuantos no musulmanes han perdido la vida con la pólvora de Daesh?

Por ello sería peor que un crimen confundir al islam y a los musulmanes con estos terroristas, enemigos del islam más que de cualquier otra cosa.

Islam es coexistencia pacífica… Islam es amor… islam es concordia… islam es tolerancia y perdón… Islam es, como lo indica su nombre PAZ.