Said Jedidi es periodista y escritor, embajador de la paz por el Circulo Universal de Embajadores de la Paz y presidente nacional (Marruecos) de la Asociacipn mundial de escritores en español
A Estados Unidos (con Trump y después con Biden) le ha costado un ojo de la cara reconvertir la posición de algunos países árabes, entre ellos, Bahréin, hacia Israel.
Gendarme… muy mal gendarme.
Netanyahu se ha encargado de convertirlo en un castillo de naipes. El mundo descubre a Israel sin máscara y, para su horror, sin manipulación.
El primer ministro israelí no solo es enemigo de los árabes, sino también de los propios hebreos dentro y fuera de Israel, que no cesan de proclamar que la entidad sionista no los representa.
El hombre está llevando a Israel a donde nadie lo hubiera imaginado: al caos y al desastre… Todo para que siga donde está.
Sin una rápida intervención del mentor estadounidense (Europa está sin voz ni voto), mañana puede ser tarde… mortalmente tarde.
Las cosas evolucionan literalmente en sentido contrario a las previsiones iniciales de Estados Unidos y de quienes habían decidido apoyar el horror, por más horror que fuera. Netanyahu los ha colocado en una envidiable situación y un futuro incierto.
No es fácil respaldar indefinidamente a asesinos de niños, mujeres y ancianos, y a destructores de hospitales, panaderías y centrales eléctricas, así como a civiles.
La historia no conoce a un sádico mayor que Netanyahu.
El Tribunal Penal Internacional está a la vuelta de la esquina.
Netanyahu es una amenaza para la paz, la estabilidad, Estados Unidos, Occidente y, sobre todo, para Israel.
