Elias D. Galati
Poeta y escritor (Argentina)
Ûβρις, es un término griego que significa insolencia desmesura, soberbia,
orgullo, osadia, violencia, insulto y prepotencia.
Esta definición lingüística y semántica es correcta, más existe también una
definición existencial desde el ámbito de la filosofía y de la política que
requiere algunas consideraciones, en especial del mundo griego clásico
donde se originó el concepto, para poder comprenderla en su totalidad.
Hay que comenzar señalando la máxima socrática “conócete a ti mismo” y
el origen y sistematización del concepto.
En la Grecia clásica los humanos forman parte de un orden “el cosmos”, allí
conviven lo humano, lo divino, la naturaleza, el alma, la biología y la cultura.
En esa diversidad los seres humanos se reconocen a sí mismos distintos de
la divinidad, porque son limitados, son finitos y perecederos, lo divino es
eterno y omnipresente.
Pero esta conciencia de sus límites no supone siempre una aceptación,
engendrando la posibilidad de transgredir no sólo las normas, sino también
el orden, lo que significa no comprender los límites y la condición de
humano. De ese ego narcisista sale la posibilidad de equipararse con los
dioses.
Es el pecado de Adán y Eva querer ser como Dios.
Este es el significado de la hibris la ausencia de mesura, la mayor
transgresión que el hombre pueda cometer, y la que acarrea las mayores
consecuencias nefastas tanto para el individuo como para la comunidad.
Por eso la máxima de Sócrates, conócete a ti mismo es aceptar los límites,
no cometer excesos y ser moderados.
El planteo de la Grecia Magna es que la hibris se manifiesta en mayor medida
en la política, en especial en aquellos que gobiernan, lo que ellos señalaban
como “pleonexia” motivación insaciable, una posesión que aspira siempre a
más.
No tiene límites, no puede controlarse y cae en la desmesura, puesto que no
puede satisfacer su deseo que es siempre mayor, sobretodo el deseo de poder
y de riqueza que se hacen insaciables.
Pierde legitimidad y sus acciones que son deliberadas, puesto que son
aceptadas libremente y queridas, ofenden a los dioses, a la comunidad y a
quienes representan.
Surge el castigo divino, decía Herodoto “la divinidad tiende a abatir todo lo
que descuella en demasía”, que es un acto de justicia pero también un castigo
que equilibra.
Señala Platón en La República, los excesivos no tienen lugar en la República.
El orgullo y la soberbia y la confianza total en sí mismo nublan la mente no
deja ver las consecuencias de la hibris, ni las experiencias pasadas.
La historia está llena de ejemplos desde antiguo hasta nuestros días de
personajes tiránicos que están imbuidos de la hibris.
Más el mundo sigue igual, y vemos entre nosotros y en el mundo entero,
ejemplos claros de desmesura.
La cultura clásica pretendió prevenir y sostener la normalidad, el límite de
lo humano con un trípode maravilloso que era la verdad, la belleza, el bien.
Estos tres valores otearon por centurias en la civilización occidental
pretendiendo oponerse y contener la tiranía de la hibris
Nunca, sin embargo, se llegó a una total mesura en el comportamiento
humano, pero sí, había cierto respeto y adhesión a los valores.
La post modernidad cambio el eje de los valores y el trípode griego se
convirtió en fama, dinero y poder, al cual muchos aceptan y usan en su
provecho.
Todos somos proclives a caer en la hibris, en la desmesura, sólo debemos
entender que la máxima socrática nos pondrá en el lugar que ocupamos como
individuos y como raza; quienes somos y para que estamos destinados.
La firme voluntad, el respeto de los valores, las virtudes republicanas, en
especial la solidaridad, el equilibrio, harán que prioricemos nuestro deber a
nuestros deseos, sosteniendo una existencia mesurada, bondadosa, limpia y
libre de excesos.
Bouton retour en haut de la page