El texto informativo pierde credibilidad cuando los tentáculos ideológicos y los intereses económicos, manipulan la verdad de los hechos y tergiversan la palabra y, en este sentido, la información difundida en vez de iluminar opta por adoctrinar para mantener el orden establecido marcado por los propósitos de las presiones externas.
Si le añadimos a lo mencionado, la osadía de aquellos que se aventuran a publicar cualquier disparate que se les ofrece sin cuestionar la verdad que gira en torno a ciertos acontecimientos, el resultado sería sumamente preocupante: ciudadanos ingenuos que se creen todo tipo de información que circula y pasivos porque la consumen sin cuestionar el contenido, la intencionalidad y la realidad de los hechos.
En su libro Comunicación y poder, el sociólogo español Manuel Castells afirmó lo siguiente: « Torturar cuerpos es menos efectivo que modelar mentes ». Imposible no estar de acuerdo con su reflexión, porque el tiempo y los acontecimientos le han dado la razón.
El texto informativo pierde credibilidad cuando los tentáculos ideológicos y los intereses económicos, manipulan la verdad de los hechos y tergiversan la palabra y, en este sentido, la información difundida en vez de iluminar opta por adoctrinar para mantener el orden establecido marcado por los propósitos de las presiones externas.
