Norma Mabel Domancich vive en La Plata, Buenos Aires, Argentina. Escritora y gestora cultural, también es Licenciada en Trabajo Social y Especialista en Ambiente. Actualmente se desempeña como profesora universitaria en el área de investigación.
Adentro las luces alumbran con cuidado obras valiosas y coloridas. Collares y bocas rojas sonríen al aire por si un flash los captura.
Copas vacías incomodan manos que disimulan abandonos en rincones discretos.
Afuera él, pantalón talla gigante, un piolín de cinturón y un gorro de lana gris sobre el grisplata de sus canas. Dos pupilas celestes interrogan la transparencia infranqueable.
Adentro se despintan las bocas entre halagos y gracias de estilo. Él, inmóvil con su bolsa a cuestas. A sabiendas de que existe, los que se van lo esquivan sin mirarlo.
Me deshago de una crítica plástica y salgo. Él, inmóvil con su gorra de lana.
-¿Cómo estás?
– Señora ¿acá dan comida? – y señala los canapés viajando en naves blancas.
– No creo, pero podemos comprar algo.
-Bueno- y acepta mi vergüenza hecha billetes. –Pero, ¿ no los necesita? ¿Ya comió, señora?
-Sí – le dice mi nudo en la garganta- no te preocupes.
– Ahora vuelvo y le trago el vuelto. Soy Juan Carlos, me morí en el Gonnet, ¿vio?, el hospital.
Mi sorpresa navega en sus cielos sin nubes.
-Claro –balbuceo – te moriste.
– Sí me morí un poquito y me salvaron, pero no me acuerdo mucho y ando por ahí. Soy Juan Carlos – y se rasca la lana gris de la gorra – Le traigo el vuelto…
– No, está bien – le dice mi boca despintada y el acerca sus labios a mi oído…
– No tenga miedo, la muerte es dulce y allá es muy lindo…
Su pantalón gigante se va arrastrando la bolsa al hombro y su cuerpo flaco.
Ahora soy yo a la que esquivan sin mirarla. Inmóvil, lo sigue mi mirada.
En la esquina gira su sonrisa y su gorra piruetea la noche.