Cronica desde TindufFeatured

La Comedia Diplomática: Macron y Tebboune en Escena

En verso

Permítaseme aclarar desde un principio que mi identidad carece de relevancia en el contexto actual. Quién soy, de dónde vengo o cuál es mi trayectoria son aspectos menores en comparación con la revelación que está por venir. A excepción de una única hermana, quien ha estado hospitalizada durante los últimos 11 meses en Nuakchot antes de decidir regresar a nuestra nación, Marruecos, el resto de mi amplia familia (compuesta por 15 miembros, entre parientes cercanos y aquellos más distantes) sigue cautiva del Polisario en los campamentos de Tinduf. Sin embargo, esta triste realidad permanece en la sombra para aquellos que confían en los intrincados senderos de los «derechos humanos » que se proclaman en España y en la constantemente invocada « solidaridad » internacional, una solidaridad que parece dirigirse de manera exclusiva y preferente hacia una ínfima fracción de los saharauis.

 

En el reino de ancianos, Argelia en su danza,

gerontocracia guiando la vil alianza,

Polisario, títere terrorista y sufragado por su amparo,

un enredo de marionetas en este siniestro aro.

Macron, en su berrinche, tras la humillación,

patalea y vocifera, ¡qué desesperación!,

sus trucos fallidos, su egocentrismo abrumado,

un niño mimado en el escenario, desorientado.

En la farsa geopolítica, actúa su comedia,

pero los hilos se ven, ¡qué tragedia!,

golpeando sin rumbo, en la herradura y en la espuela,

Macron, bufón de la corte, en su lúgubre secuela.

En la cuerda floja de la diplomacia,

se tambalea Macron, ¡vaya farsa y porfía!,

sus acrobacias mentirosas, un circo sin virtud,

un trapecista sin red, ¡oh, qué inquietud!

La escena política se tiñe de risa,

y Marruecos, firme, con voz precisa,

resiste el embate de esta tragicomedia,

un faro de honor en medio de la algarabía.

Así va este espectáculo de engaño y de traición,

con actores sin escrúpulos y sin razón,

Macron y Tebboune, en su oscuro concierto,

juegan a ser titiriteros, ¡qué triste yerto!

Pero Marruecos, con su luz imponente,

desbarata las sombras de esta mentecatez ardiente,

y en el gran teatro de la política y el dolor,

se alza victorioso, ¡viva Marruecos con fervor!

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