Elias D. Galati
Poeta y escritor (Argentina)
El amor es la fuerza más grande del hombre.
Es el sentimiento y el deseo que lo impulsa, lo mantiene y lo proyecta.
Es también la fuerza unitaria y armonizadora.
En nombre del amor se han hecho y se hacen las cosas más nobles y bellas,
pero también las más trágicas y abyectas.
Porque el amor no se piensa, queda en el plano irracional y se dispara desde
el sentir, que en la mayoría de las veces es un sentimiento de posesión y
exclusividad.
Si el sentir va dirigido a la bondad, al equilibrio y a la solidaridad, el amor
se convierte en una fuerza bella y armoniosa.
Si el sentir se dirige hacia la posesión, la conquista, la exclusividad, se
convierte en una pasión perversa, autoritaria, violenta y agresiva.
Detrás de todas las violencias, incluidas guerras, crímenes, femicidios, hay
quienes piensan que lo hacen por amor.
Esta concepción es quedarnos con la función emocional del amor, que oculta
su cualidad.
Concebir el amor como un fenómeno de orden metafísico, permite explicar
la posibilidad real del fenómeno en sí.
¿Qué es entonces la metafísica del amor?
La metafísica tiene por objeto el objeto común de todas las demás ciencias y
como principio propio, un principio que condiciona la validez de todas las
demás.
Siguiendo a Aristóteles es la ciencia que estudia todas las causas o primeros
principios.
Tiene un principio teológico, estudia lo que está más allá de la experiencia,
un principio ontológico, estudia los caracteres fundamentales del ser que
todas tienen y no pueden dejar de tener y un principio gnoseológico, estudia
las formas o principios cognoscitivos, como ciencia universal madre de todas
las otras.
El amor en sentido elemental se entiende como la relación entre los sexos
cuando es selectiva y se halla acompañada de la amistad, es decir comunidad
de personas ligadas por aptitudes concordantes y por efectos positivos.
Es el deseo de posesión cuando el deseo asume la forma dominante de la
pasión; pero asume la solidaridad y concordancia de quienes participan y es
una fuerza unitaria y armonizadora. Es la conciencia y la necesidad de
conquistar y conservar aquello que se posee.
Sin embargo Platón ya señala que el amor asume la forma de la belleza,
comienza con la belleza sensible y termina con la belleza de la sabiduría.
Desde el cristianismo se considera la relación de amor extendida a todos los
prójimos sin excepción,
De allí que san Francisco señale que el amor no es amado, como principio
teológico, Dios nos ama a todos y siempre, sin esperar o tener en cuenta si
creemos, o lo amamos, nos ama igual.
En sentido primero, el principio del amor es el querer. Más no el querer como
posesión, sino el amor como lo querido y lo querible.
No lo que quiero para mí, sino lo que comparto a través del dar, siendo el
objeto del amor un don, que doy para establecer una relación, pero sin
esperarla, porque lo doy de igual manera.
Si se concreta la relación, el amor se convierte en paradisíaco, es una
conexión y un vínculo por el cual la totalidad de las cosas se hallan unidas
en inefable amistad y en indiscutible unidad.
Como decía Spinoza es una afección del alma en la cual la alegría acompaña
la idea.
La alegría de dar, siempre y a todos, a despecho de la respuesta.
El amor es belleza, armonía, equilibrio, gracia y paz.
No puede haber amor en la pasión perversa, ni en la autoritaria o violenta o
agresiva, ni en la posesión absoluta del otro como dueño o amo.
Esa es la metafísica del amor, la alegría del dar como don, de entregar todas
las potencias del alma y del ser, en pos de establecer una relación de
reciprocidad que nos hará felices, pero que independientemente de esa
respuesta, ya nos da la alegría de vivir, porque habremos entendido el sentido
divino del amor.
AMOR
Como brioso corcel
en salvaje carrera
asi es mi querer
que desborda y no espera
El amor da placer
como pasión primera
en lo profundo del ser
el corazón se apega
a quien es la mujer
cuya ternura llega
el alma a conmover
porque el amor de veras
me lleva a conocer
la Divinidad que crea
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